martes, 13 de octubre de 2009

Lluvia gris

Por Lucas Vidal
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Año 2009

Lo hecho, hecho está. Mi venganza concluyó exitosamente. El que terminó con la vida de mi familia en este momento debe estar muerto. Estoy satisfecho, nunca nadie va a saber quien lo hizo; algo tan horrible como morir lentamente debe ser desesperante, sentir que el aire no entra en los pulmones, saber que no puedes salvar tu vida por más que lo intentes. Mi familia lo sabe.
Tal vez hubiera sido mejor condenar al maldito a una vida de dolor en lugar del derecho a morir, lenta y dolorosamente, pero morir al fin y no sentir nada más después. Tal vez no hice lo correcto, tengo miedo, me atormenta el no abrazar a mis hijos, pero aún peor es el sentimiento de que el maldito volverá para hacer mi vida imposible cada día que dure.
La lluvia es incesante, desde este cerro solitario escucho las sirenas en la ciudad. Esta ciudad olvidada por todos. Esta ciudad que fue abandonada por los sentimientos, por la felicidad, por la bondad. Cada una de las almas que la habita está condenada a una vida tortuosa y, peor aún, a una muerte interminable. Ha llovido por dos años, dos años sin ver el sol, dos años sin ver un color que no sea el gris.
Enciendo un cigarrillo, miro el humo y su siempre diferente danza en el aire. La idea llega a mi mente y me seduce, quiero hacerlo, lo necesito. Son las once de la noche, tengo tiempo. La ciudad se vuelve oscura, sus luces amarillas la hacen aún más triste y parece impenetrable, no tiene salvación. Todos sus pecados, sus vicios, sus penas. Aspiro una larga bocanada, la llevo a lo profundo de mi pecho, suelto el humo suavemente. Los ojos del maldito inundados de miedo vuelven a mi mente y funcionan como un efímero letargo de mi soledad.
Mi cigarrillo está por apagarse, es el último. La pendiente es empinada, el precipicio de cincuenta metros. Los vidrios de mi viejo auto están empañados, no importa, adonde voy no necesito ver. No enciendo el motor, tan solo dejo que la pendiente marque el camino, ahora solo veo pantallazos una vida que una vez tuve, era feliz. El coche comienza a caer, no siento nada. Un golpe seco y el silencio. Eso es todo, la lluvia no para.

1 comentario:

  1. un poco fuerte, pero me encantó !

    y a ver profes cuando vemos más seguidos textos del 1º año de la extensión de moreno eh! que somos un montón y ALGO bueno debemos escribir, jaja saludos !

    ResponderEliminar