Inti Sabanés
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
- Y entonces… ¡Zas! El facón penetró en el pecho de la fiera justo cuando
los colmillos se hallaban a centímetros de mi rostro – dijo el aventurero. Su
voz encuadraba a la perfección con sus características físicas y con sus
historias. Isabel escuchaba cada una de ellas terroríficamente extasiada,
dominada por un extraño placer.
- Es
por eso que el cuchillo se llama “El Tigre”, en honor a la bestia que su vida
dejó en el filo - Alejandro miró de
reojo a la joven, infló su pecho y sonrió de puro goce al observar el efecto
que en ella causaban sus palabras. Mientras tanto, enfundó el arma de la cual
había estado haciendo historia para acomodarla sobre el mantel que yacía sobre
la mesa, rodeado de apacibles llamas provenientes de una docena de velas.
- Quiero que me cuentes más – Dijo la dama con tierna timidez.
Alejandro tomó la cuchilla que se encontraba a la derecha, cuarta en
la fila, y retiró la vaina mientras miraba con fijeza los ojos de su compañía.
El sonido del filo al entrar en contacto con el aire se mezclo con
un tembloroso gemido.
-Con ésta, querida, he cazado a mi victima en el Sur de las Américas – Alejandro
tomó una pausa y luego comenzó con la acción del relato – Fue en una de las
expediciones de mis agentes, en la que fuimos emboscados por un malón de
aborígenes que secuestraron y asesinaron a la mayoría de los integrantes del
grupo. Decididos a escapar de los salvajes nos internamos en la selva, sabiendo
que los peligros que allí correríamos eran comprables a los de cualquier
batalla.
Mientras el hombre narraba,
la chica se acercaba a él de forma inconsciente, en búsqueda de calmar su
agitado corazón, al límite de sentir su calor y rozar con su piel el poderoso
torso.
-… mientras mi compañero gritaba en el piso y el ave se dirigía a él
en picada, decidí probar suerte arrojando la navaja de forma que se interpusiera
entre los dos.
Ella inclinó su rostro hacia arriba y sostuvo su mirada para conocer
la conclusión.
-¿Y qué sucedió? – preguntó agitada.
-La daga impactó de lleno en el pecho del halcón y es por eso que su
nombre es “Halcón Blanco”.
Unos segundos después el hombre entraba en contacto con el delicado
cuerpo femenino. Con toda la fiereza de su personalidad y sin poder disimular
en definitiva su gran fuerza la besó y abrazó de manera tal que casi arranca
sus vestidos.
La joven, en el último intento de mantener su dignidad y evitar
rendirse por completo ante el deseo, separó al hombre al hombre de su cuerpo y
señaló las dagas.
-Espere Alejandro – dijo tomando aire – todavía no me ha contado
cuál es el nombre de la cuchilla que está por encima del resto.
Su débil voz entrecortada fue callada una vez más por la desmesurada
pasión del cazador. Una vez más el sonido del filo al entrar en contacto con el
aire se mezcló con un gemido y mientras devoraba la piel de su víctima
Alejandro susurró:
-Ésta noche querida, esta cuchilla llevará tu nombre.