miércoles, 3 de octubre de 2012

Los valores como imposiciones de las clases dirigentes

Manuel Incháurregui
Taller de Producción y Comprensión de Textos I


George Orwell, en su novela 1984, describió a una sociedad absolutamente sumisa, controlada por un gobierno dictatorial que manipulaba y modificaba a su gusto cualquier tipo de archivo histórico que pudiera dejarlo mal parado ante los ojos de la población. Para asegurarse su permanencia en el poder y evitar cualquier tipo de rebelión social el Estado ejercía un riguroso y permanente control sobre las actividades diarias de sus gobernados.
Una de las herramientas más inteligentemente aplicada por los dictadores que se exhibe durante la obra es la implementación de espías dentro de la comunidad. La propaganda era tan eficiente que incluso lograba convencer a los niños de que ante cualquier caso de conducta “sospechosa” de un individuo que conocieran, debían realizar la denuncia a las autoridades, incluso aunque el perjudicado fuera un ser querido, ya que se consideraba que era un insubordinado y que atentaba contra el bienestar de la nación.
Este último ejemplo demuestra cómo, mediante el enaltecimiento de valores nacionalistas y heroicos –completamente falaces- un régimen (incluso uno autoritario) logra manipular a sus gobernados a su antojo, y hace de un sector tan inocente, como se concibe actualmente a los niños, un ejército de soplones que responde a sus intereses.
Por otro lado, Alejo Carpentier, en su cuento "Semejante a la Noche", narra las horas previas de un hombre antes de partir a la guerra, trazando un paralelismo histórico en ese aspecto. Ya sea a punto de ir a la isla de Troya, de ir a conquistar nuevas tierras para imponer su cultura, o de encarar la batalla decisiva de la Segunda Guerra Mundial, el individuo siempre se comporta de la misma manera, carga con temores similares y recibe consejos parecidos por parte de sus seres queridos.
Además, una de las conclusiones más notables a la que uno puede llegar tras leer su obra es que las verdaderas razones que existen para ir a la guerra nunca son reveladas y sólo son manejadas por los gobernantes, los únicos que sacan beneficios de dichos conflictos. En lugar de revelar los verdaderos intereses imperialistas y financieros que siempre están detrás en cada batalla de la historia de la humanidad, los dirigentes los ocultan mediante el enaltecimiento de valores patrióticos y nacionalistas, que impulsan a sus subordinados a luchar “por el bien de su nación”
Orwell y Carpentier nacieron a principios del siglo XX y fueron testigos, por lo tanto, de las dos guerras mundiales y de la Guerra Fría. Si bien sus tierras natales se encuentran geográficamente distanciadas, tienen aspectos en común. El más destacable es que ambas compartían una importante dependencia con una potencial mundial. En el caso de la Orwell, la India, una colonia histórica y de peso en manos de Gran Bretaña. En el de Carpentier, Cuba, dominada por EEUU.  
Los dos autores tenían inclinaciones políticas izquierdistas. Defendiendo sus ideales fue que Orwell luchó en la Guerra Civil Española, enfrentando a la dictadura de Franco. Escapando de la persecución del gobierno de facto caribeño, Carpentier se exilia en Francia, para no volver hasta que la revolución a cargo de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara fuera consumada. Los dos escritores optaron por preservar sus valores, sus creencias, incluso en las situaciones más apremiantes.

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