miércoles, 3 de octubre de 2012

Colección de trofeos


Inti Sabanés
Taller de Comprensión y Producción de Textos II

- Y entonces… ¡Zas! El facón penetró en el pecho de la fiera justo cuando los colmillos se hallaban a centímetros de mi rostro – dijo el aventurero. Su voz encuadraba a la perfección con sus características físicas y con sus historias. Isabel escuchaba cada una de ellas terroríficamente extasiada, dominada por un extraño placer.
- Es por eso que el cuchillo se llama “El Tigre”, en honor a la bestia que su vida dejó en el filo  - Alejandro miró de reojo a la joven, infló su pecho y sonrió de puro goce al observar el efecto que en ella causaban sus palabras. Mientras tanto, enfundó el arma de la cual había estado haciendo historia para acomodarla sobre el mantel que yacía sobre la mesa, rodeado de apacibles llamas provenientes de una docena de velas.
- Quiero que me cuentes más – Dijo la dama con tierna timidez.
Alejandro tomó la cuchilla que se encontraba a la derecha, cuarta en la fila, y retiró la vaina mientras miraba con fijeza los ojos de su compañía.
El sonido del filo al entrar en contacto con el aire se mezclo con un tembloroso gemido.
-Con ésta, querida, he cazado a mi victima en el Sur de las Américas – Alejandro tomó una pausa y luego comenzó con la acción del relato – Fue en una de las expediciones de mis agentes, en la que fuimos emboscados por un malón de aborígenes que secuestraron y asesinaron a la mayoría de los integrantes del grupo. Decididos a escapar de los salvajes nos internamos en la selva, sabiendo que los peligros que allí correríamos eran comprables a los de cualquier batalla.
Mientras el hombre narraba, la chica se acercaba a él de forma inconsciente, en búsqueda de calmar su agitado corazón, al límite de sentir su calor y rozar con su piel el poderoso torso.
-… mientras mi compañero gritaba en el piso y el ave se dirigía a él en picada, decidí probar suerte arrojando la navaja de forma que se interpusiera entre los dos.
Ella inclinó su rostro hacia arriba y sostuvo su mirada para conocer la conclusión.
-¿Y qué sucedió? – preguntó agitada.
-La daga impactó de lleno en el pecho del halcón y es por eso que su nombre es “Halcón Blanco”.
Unos segundos después el hombre entraba en contacto con el delicado cuerpo femenino. Con toda la fiereza de su personalidad y sin poder disimular en definitiva su gran fuerza la besó y abrazó de manera tal que casi arranca sus vestidos.
La joven, en el último intento de mantener su dignidad y evitar rendirse por completo ante el deseo, separó al hombre al hombre de su cuerpo y señaló las dagas.
-Espere Alejandro – dijo tomando aire – todavía no me ha contado cuál es el nombre de la cuchilla que está por encima del resto.
Su débil voz entrecortada fue callada una vez más por la desmesurada pasión del cazador. Una vez más el sonido del filo al entrar en contacto con el aire se mezcló con un gemido y mientras devoraba la piel de su víctima Alejandro susurró:
-Ésta noche querida, esta cuchilla llevará tu nombre.   

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