viernes, 19 de marzo de 2010

Con todo respeto

Por Guadalupe Reboredo
Taller de Comprensión y Producción de Textos I
Año 2009


Las imágenes que volaban detrás de la ventana comenzaron a estancarse. El campo, antes visualizado como apenas unos manchones de diferentes verdes, aparecía ahora nítido y poblado de vacas. Era un paisaje hermoso, repleto de hojas de variados colores, producto del otoño que se cernía sobre aquellos pagos sin haber alterado aún, en demasía, las temperaturas de la estación anterior. Sin embardo, del otro lado de la ventana, los espectadores no se veían ni contentos ni interesados en la belleza que tenían enfrente. Muy por el contrario, los cientos de pasajeros, en su mayoría estudiantes y empleados, se notaban alterados, enojados y, sobre todo, apurados.
-No puedo creer que otra vez lleguemos tarde, ¡estoy harto de estos trenes de mierda! ¿A qué hora se supone que tengo que salir para llegar a las ocho? No puede ser- expresó, furioso, un hombre de traje a un compañero.
-Claro, después sus trámites se atrasan, y la culpa siempre la tiene uno, o la tiene la justicia, ¡pero qué equivocados que están! La culpa la tienen los trenes de mierda estos y las pocas vías que hay en el país, por supuesto. Y después el jefe se queja de la falta de compromiso, ¡¿Cómo voy a llegar a horario si esta máquina frena una hora?!
-Lo que pasa es que esto no lo controla el Estado, este tipo de situaciones no se pueden prever, viste. La única que nos salva es que en el laburo nos crean, porque saben que vivimos lejos, y sino que nos pase a buscar el jefe, ya que tanto le gusta mostrar el BM- contestó su colega.
-Ustedes tienen suerte- opinó un muchacho- Si yo fuera a laburar no me importaría estar acá varado. Yo hoy tengo un parcial, y encima el profesor es un viejo de mierda que no te perdona una. La semana pasada me pasó lo mismo y falté a la cursada; no me daba la cara para entrar cuarenta minutos tarde.
- Es como digo yo- continuó el primero en expresar sus opiniones- Estos hijos de puta no paran de romper las bolas. Es lo único que les importa: joder al resto, cuanto más los jodan mejor. Si al final son siempre los mismos, me juego entero que este anduvo en algún piquete, y sino seguro que anduvo afanando por ahí, porque los de este tipo son los que se aburren de ser un cero a la izquierda, los que no encuentran otra manera de joderte y te cagan el viaje a capital, cuanta más gente en el tren mejor.
- Tenés razón- añadió un pasajero que no había hablado hasta ese entonces- Es otro intento de llamar la atención, aunque a mí ya ni siquiera me sorprende, a mí solamente me caga el trayecto. Pero ¿qué se le va a hacer? Parece que es obligación levantar los restos.
- Yo sinceramente no los levantaría, no se lo merecen. Esa gente que se tira a las vías no tiene respeto por el prójimo, no tiene respeto por ninguno de nosotros- levantó la voz- No tienen derecho a acostarse en los rieles, así que ojalá empiecen a usar otros métodos, porque yo estoy harto de que molesten.
A la media hora el tren volvió a arrancar. Los pasajeros vitorearon, contentos.

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