Taller de Comprensión y Producción de Textos II
- Mierda, otra vez me olvidé del agua.
Corrió hasta la cocina y apagó la hornalla. Hacía tiempo que no andaba bien de una pierna, razón por la cual rengueaba todo el tiempo. Preparó el mate, se quemó la lengua, escupió el agua y gritó:
- -¡La
puta que estaba caliente!
Se sentó e
indignado por haberse quemado, se puedo a leer el diario:
- En este
país las cosas no cambian más eh. Yo no puedo creer todo lo que está pasando-
dijo en vos alta y se quedó pensando un rato. Miró su reloj y exclamó:- Cervino
me deja plantado otra vez t lo mato.
Como todos los jueves de los últimos años, los amigos se
juntaban tomar vino y jugar al truco, hasta quedar totalmente ebrios y divagar
acerca de la vida.
Desde la cocina escuchó el ruidoso motor del auto de Cervino
y salió a la puerta para recibirlo.
- Perdoname
Juancito, pero como siempre todo es un caos y no sé qué carajo pasaba en la
ciudad pero estaban todos como locos- exclamó Cervino, el más viejo de los dos.
- - No me
importa ¿El vino lo trajiste?
- Má vale
que lo traje, jamás me lo olvidaría.
- Y no sé,
venís medio flojito viste.
- No jodas
Juan, pasame la soda y dos vasos que con este calor me estoy muriendo de sed.
Mientras Juan iba a la cocina a buscar las cosas, su amigo
lo miraba con atención y, en medio de una carcajada, le gritó:
- Cada vez
estás peor de la pierna viejo ¡qué mal te vienen los años a vos!
- Bueh, el
muerto se ríe del degollado. Si vos andás peor que yo. No te olvides que tenés
una parva más de años.
- No jugués conmigo, mira que apago el audífono y
dejo de escucharte.
Ambos estallaron de risa con una carcajada. Se llevaban muy
bien desde hacía años, habían sido compañeros cuando militaban con los
peronistas de izquierda, por lo que tenían mucho en común.
- ¡Vamos,
Juan, brindemos por nuestro general! – exclamó Cervino levantando el vaso de
vino.
- ¡Viva
Perón carajo!- dijeron ambos a dúo.
Sacaron las cartas y juegaron al truco. Bebieron y bebieron
hasta la noche, cuando ta no tenían más vino.
- Juan vos
que sos más joven, andate al almacén a
comprar más- dijo Cervino mientras tomaba el último sorbo.
- Ni por
putas casualidades salgo a esta hora con todos los chorros que andan dando
vuelta al asecho de un boludo para sacarle todo y dejarlo en pelotas.
- ¡No seas
cagón! Dale andá que no te va a pasar nada.
Aparte acá en el barrio te conocen todos.
- No es
ése el problema. Si fuera por mí voy, pero estoy cagado. El otro día mataron a
uno de una puñalada, entraron a robar a lo de Raquel y le desvalijaron la casa,
violaron a una nena de doce años. Está todo para atrás y no tengo ganas de que
me jodan- terminó la frase y por su tono
de vos se lo notaba realmente preocupado.
- ¡Estás
flojito eh!- exclamó Cervino luego de un rato.
- ¡Qué voy
a estar flojo! Estoy harto de que pasen cosas todo el tiempo, uno vive cagado
hasta las patas cada vez que sale de su casa, ¿o me vas a decir que no? ¡Vamos
viejo!
- Puede
ser- Afirmó Cervino, dio un respiro y continuó:- aunque me parece que estás
exagerando todo un poco más de la cuenta,
- ¿En qué
país vivís?
- ¡En el
mismo que el tuyo! Pero tiempos difíciles y complicados eran los de antes, y ya
sabés cómo era la cosa si a los gorilas no le gustaba lo que hacíamos. Tuvimos
que estar meses enteros encerrados si no nos mataban de un tiro, y no exagero
nada Juan- dijo rápidamente al ver la expresión de su compañero- por que
zafaste más de una vez. Así que no me digas boludeces.
El clima se había puesto tenso. Por un par de minutos el
silencio incómodo inundó la casa. De fondo se escuchaban los ladridos del
perro.
Después de un rato largo Juan se paró y fue al baño. Tiró la
cadena y volvió diciendo:
- Sí,
tenés razón, con los milicos la cosa era dura. Pero ahora que estamos en
democracia y tenemos la posibilidad de
elegir, no estamos tan lejos de lo que
vivimos hace 30 años.
- ¿Decís
qué el gobierno de Cristina es una dictadura encubierta?
- No estoy
seguro, ni me animaría a decirlo de esa forma, pero…
- Yo no me
arriesgaría a decir eso- interrumpió con rapidez Cervino preocupado.
- ¿Por qué
no?
- Y… es
muy jodido eso que dijiste. Yo por mi parte no lo comparto, viste.
Estaba claro que Cervino no tenía ganas de discutir y,
además, veía a su amigo muy seguro de lo que pensaba.
- Qué se
yo. Yo no estoy tranquilo, para nada. Cada vez que prendo la televisión es todo
una mierda. Te juro que me da asco, bronca, una mezcla de sentimientos
horrible. Hace mucho tiempo que venimos así: de mal en peor, un boludo mata y
no le pasa nada.
- Bueno
pero eso no es un problema del gobierno, va más allá de lo que hace o no
Cristina.
- Sí, pero
mirá el canal 7 y vas a ver lo que te muestran, parece que viven en otro mundo,
como vos, Cervino, te juro que no te reconozco.
- ¿y qué
tengo que ver yo acá? ¿Qué culpa tengo de todo lo que está pasando?
- Ninguna,
pero por lo menos antes peleabas, te preocupabas. Ahora ni cuenta te das de lo que anda
pasando.
- ¡Basta
Juan! Me tenés cansado. Yo ya hice todo lo que pude cuando puede ¿Ahora qué voy
a hacer? Estamos viejos amigo, hay que aceptarlo- exclamó intentando calmarlo.
Aparte nos tenemos que cuidar, no estamos para boludeces.
- ¿Boludeces?
¿Te parece una boludez lo que estoy
diciendo? Andate y no me rompas más las pelotas.
- Estas re
borracho, no tenés ni idea lo que estás diciendo.
- Sí que
sé y vos sos un tibio, cagón.
Cervino lo miró fijo a los ojos, no entendía la reacción de
su amigo. Se paró, fue a la puerta y antes de irse le dijo:
- Te
fuiste al carajo, después no vengas llorando.
Se escuchó el portazo y Juan se quedó sentado solo en la
silla esperando que su amigo regresara. Estaba confundido, arrepentido, tenía
ganas de vomitar por todo lo que había tomado.
Fue corriendo al baño, peor su pierna hizo que se cayera,
por lo que quedó tendido en el piso inmovilizado. Se puso a cantar la marcha
peronista, como para pasar el rato, hasta que calló.
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