miércoles, 2 de septiembre de 2009

De otro mundo

Por María Luz Bottani
Taller de Comprensión y Producción de Textos I
2008



Una noche de luna llena, cálida y tranquila en el lago, Ulises y Pandora decidieron hacer realidad su sueño, su fantasía. Ellos vivían en el Olimpo con los demás dioses, pero ya se habían cansado de que sus deseos fueran sólo ilusiones. Ambos querían que su encuentro fuera carnal, sentir lo que sentían los humanos en la piel, poder hacer eso que veían desde el cielo ellos mismos.
Esa noche la luna estaba brillante y Zeus les dio permiso de meterse en el cuerpo de un mortal; no importaba cuál. Ellos elegirían el que más les gustara y podrían pasar toda la noche en la Tierra.
Pandora escogió el cuerpo de una bella muchacha que iba caminando y Ulises tomó el cuerpo del joven que caminaba con ella, que era su mejor amigo. En ese instante se observaron y no pudieron creer que sus deseos se hubieran cumplido.
Sus miradas eran intensas y se dejaron llevar por sus más bajos instintos, él la comenzó a besar suavemente, como si sus labios estuvieran leyendo los de ella. Se refugiaron entre unos árboles y a la luz de la luna se fueron desvistiendo, sintiendo sus pieles suaves y erizadas de pasión.
A lo lejos se escuchaba el agua del lago, sus cuerpos se envolvían continuamente y ellos sentían pura felicidad. Pandora lo atrapaba a Ulises entre sus piernas suaves y él se perdía, como cuando era niño y se perdía en las nubes.
Él con sus fuertes brazos la tomaba y la amaba todo el tiempo y ella respondía con sus gemidos de amor.
Antes de que amaneciera se quedaron en total desnudez y se miraron profundamente, sin decir nada. Se acariciaron todo el cuerpo, cada rincón fue recorrido por sus manos y por sus bocas.
Hasta que apareció el primer rayo de luz del sol permanecieron abrazados piel con piel. En el momento de partir se dieron un último beso profundo e intenso y volvieron al Olimpo.
Pero ellos dejaron dos cuerpos desnudos, debajo de unos árboles y no pensaron en las consecuencias. Cuando despertaron esos mejores amigos, sintieron amor al verse y no se espantaron al encontrarse en esa situación.
Ulises y Pandora habían dejado su profundo y eterno amor en los cuerpos de esos simples humanos.

1 comentario:

  1. Me gustó, pero por ahí se puede ser más sútil y no decir todo...
    Igualmente, felicitaciones!
    De verdad me gustó!

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