miércoles, 2 de septiembre de 2009

Hasta nunca

Gisela Robles

Taller de Comprensión y Producción de Textos I. 2008


Hola Soledad… hace tiempo que no te paso a saludar. Te pido perdón. Sé que la última vez que te visité fue cuando tenía veinticinco años, pero hoy decidí venir. En realidad, escuché tu nombre en una conversación y los recuerdos me impulsaron a venir. Disculpame. Disculpame por no venir antes.

No quiero que pienses que me olvidé de los momentos que compartimos, pero tenés que entender que pensar en ellos no me hacía bien. Por eso intenté alejarlos, taparlos en mi mente hasta hacerlos casi desaparecer; para poder seguir adelante.

La noticia de que te estás debilitando hasta casi dejar de ser me conmovió. No quiero ser malo ni grosero, no obstante dentro de todo, me pone feliz. Pasamos muchas cosas juntos pero era por algo circunstancial. El divorcio de mis padres, las burlas que recibía en el colegio, la dificultad para encontrar un amigo verdadero, una novia, una meta de vida eran cosas que nos obligaban a compartir tiempo juntos. Mañanas, tardes y noches completas. Ahora lo superé.

Pasaron sesenta años y no sabés cuánto cambiaron las cosas. No sólo mi vida personal sino también la de todo el mundo. Es como si una lluvia de esperanza hubiera regado cada rincón existente. Todo ha progresado. Por eso mismo, es una paradoja que yo esté aquí visitándote.

El mundo se ha liberado de la opresión, de la angustia, de las diferencias. Vivimos en una gran nación donde compartir es la palabra clave. Nadie tiene motivos para sentirse solo, inferior, vulnerable, maltratado, incomprendido. Hoy, los objetivos buscados son comunes para todos.

Las personas viven en un mundo donde la tecnología las hermana y las comunica constantemente. Todos los avances tecnológicos han llegado al punto en que sólo producen efectos positivos. Somos una sociedad donde la comunicación sirve para comunicarnos de verdad.

Por ejemplo, existe una nueva forma de teletransportación de manejo mental que permite estar en el lugar deseado con sólo pensarlo. De esa manera, no existen excusas para no asistir a algún lado.

Además, la conexión entre las personas es permanente a través de video-llamadas -que se realizan desde televisores de grandes dimensiones- que permiten descubrir cuáles son las necesidades de la gente. También funciona una guardia las veinticuatro horas del día –durante todo el año- formada por grupos que van variando en su conformación, los cuales se dedican a monitorear el mundo completo y verificar que todos se encuentren felices y acompañados. Porque el lema de esta guardia es “nunca estés solo”.

En fin, es posible que te suene descabellado esto que te estoy diciendo, pero es verdad. Hace más de sesenta años si alguien contaba esto que te estoy diciendo, lo hubieran tomado por un loco que cree en las utopías. Y sin embargo la realidad cambió.

Harto de tanto sufrimiento y dolor, decidí dejar de lado todos aquellos sentimientos negativos que me hacían ir en tu búsqueda y me uní a una asociación numerosa que buscaba promover que la vida en compañía ayudaba a construir un mundo mejor.

Ya cuando formaba del grupo, elaboramos este plan magistral que actualmente se hace realidad. Parece inaudito cómo alcanzamos la convocatoria y el poder para poder llevarlo a cabo… Parece que todos estaban cansados de sentir esos sentimientos cuando estaban con vos.

Y creo que ese mismo propósito que nos juntó es el que me hace decirte en este momento adiós. No quiero mentirte, aunque quiero también que sea un adiós sin rencores. Estuve luchando contra vos y como quiero ser sincero, te lo cuento.

Te vengo a despedir. Me toca a mí porque soy el que más te conocí. Es una despedida alegre porque finalmente conseguí lo que deseaba más profundamente. Te pido perdón –de nuevo- por querer que desaparezcas, por venir a pedirte que no vuelvas más.

Porque las lágrimas no empañan mi vista, mi respiración no es agitada, mi interior no está vacío. Hoy, no te siento parte de mí, hoy estás lejana y prefiero que así sea. Esto no es un hasta pronto, esto es un hasta nunca.

1 comentario:

  1. Hola, estoy leyendo, justo ahora, Farenheit 451 de Ray Bradbury. Hasta Nunca, este corto relato, ofrece otra historia, la que podría decirse, constituye la antítesis a lo pñanteado por Bradbury. No sé si quien escribió este texto lo hizo teniendo en cuenta al autor citado. Simplemente, me lo recordó. Ojalá en el tiempo venidero podamos decir hasta nunca soledad. Me gustó! Saludos

    Precisamente él lo que pronostica es

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