Joaquín Guerrero
Taller de Comprensión y Producción de
Textos I
Créanme, esto es un tema de creer o reventar, como se dice normalmente. Luego de meses de investigación y momentos arriesgados, pude descubrir algo que sospechaba desde un primer momento debido a hechos que vi y observé con gran precisión. Hablo del señor Wesley, el almacenero del barrio, tan querido por mi madre y todos los vecinos.
Como todos los días, mi grupo de
amigos y yo estábamos en el parque divirtiéndonos jugando al fútbol y
aprovechando nuestros tiempos libres para disfrutar de nuestra adolescencia.
Luego de todo esto, camino a casa, vi algo que nunca se me iría de la mente y a
partir de ahí comenzaron mis investigaciones.
Era él, el señor Wesley asesinando a
cuchillazos a su señora y a su hija. Un ser cruel y desquiciado se escondía
detrás de un almacenero de barrio, amigable para cualquier vecino. Después de
ver eso, corrí desesperadamente a mi casa, le conté a mi madre lo sucedido y
fue inútil, ya que jamás me iba a creer.
Wesley había dicho que tanto su mujer como su hija se habían ido de viaje a visitar a un pariente. Mentira. Tan solo yo había presenciado ese asesinato y yo era el que debía ir a fondo con la causa.
Wesley había dicho que tanto su mujer como su hija se habían ido de viaje a visitar a un pariente. Mentira. Tan solo yo había presenciado ese asesinato y yo era el que debía ir a fondo con la causa.
En la ciudad se vivieron momentos
intensos por la política y todo lo demás era un tema menor. Tal es así que mi
amigo Bolt, desapareció y solamente sus padres fueron los que buscaron y
buscaron hasta que por la madrugada de un día de invierno dejaron el cuerpo en
la puerta de su casa. Muerto, de la formas más cruel, a cuchillazos.
Empecé a sospechar de Wesley ¿quién
sino? El vivía a cuatro kilómetros del barrio, en un pueblo con poca gente. Mi
idea loca de ir allá se cumplió: le robé la moto a mi tío y emprendí el viaje
totalmente arriesgando mi vida. Sabía que él estaba en el almacén y podría
investigar sin problemas.
La casa era muy tenebrosa, en muy
mal estado y con basura por todos lados. Salté la reja, forcé la puerta e
ingresé por la parte de atrás. Ni bien entré, me choqué con algo que había ido
a buscar. De no creer. Había fotos de cada uno de los vecinos del barrio y con
un papel que decía: “MATAR”. Mis pulsaciones iban a mil y el miedo iba en
aumento. Revolví todos los cuartos en busca de más información, hasta que
llegué al peor de todos.
Un
mar de sangre y cuerpos acuchillados tirados por toda la habitación. Me caí en
el cuerpo de mi amigo, saqué una foto con las pocas fuerzas que tenía, pero de
repente llegó Wesley, corrí a la moto, arranqué y me fui muy lejos. Jamás volví
al barrio y nunca más llamé a mi familia. Sé que algún día volveré y con ayuda desenmascaré
al almacenero, para que pague por todos los crímenes que cometió.
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