miércoles, 30 de mayo de 2012

La dulce maestra

 Jorgelina Macchiarelli 
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Estábamos con mis compañeras en el aula, intentando comprender una tarea de matemática, cuando la maestra Juliana se acercó a nuestro grupo y me acusó de haber golpeado a una compañera con un libro de inglés en la cabeza. Por supuesto que se lo negué, porque había estado toda la mañana con mi mejor amiga, Sofía, y ella también se lo negó, a lo que la señorita respondió que si ella era defensora de pobres.
Luego de llorar durante todo un recreo, volví al aula y me enteré que Juliana se había dado cuenta de que yo no había sido la culpable del golpe de mi compañera, y no se tomó ninguna molestia en venir a disculparse. Entonces, mis amigas y yo decidimos que la dulce señorita se merecía una leve venganza.
Al otro día llegué bien temprano al salón de clases, dejé mi mochila colgada en la silla y me reuní en grupo con mis amigas para concretar el plan. Éste iba a llevarse a cabo durante el recreo, horario en que todos podíamos salir del aula sin ningún tipo de problema.
El plan consistía en seguir a la profesora hasta el comienzo de la bajada de las escaleras. Una se ubicaría detrás de ella y otra al final. La primera para asegurarse de que nadie obstruya el plan, y la última para frenar su caída. ¿Quién iba a empujarla? Yo. Era la más indicada y la que más ganas tenía de hacerlo.
Sonó la campana tan esperada y las tres salimos corriendo detrás de la señorita. La primera de mis amigas se ubicó, y yo salí tan de prisa que no le di tiempo a mi otra amiga de colocarse al final de la escalera para evitar causarle un grave daño a Juliana.
En el momento en que la empujé, sentí toda la bronca que había dentro mío, irse en pocos segundos. Mi compañero de atrás me gritó desesperado y yo reaccioné al ver a la señorita tirada al final de la escalera con sangre que salía de su cabeza.

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