miércoles, 30 de mayo de 2012

La huérfana... por lo menos de cinco minutos

Mariano di Nápoli
Taller de Comprensión y Producción de Textos I
 
Las reuniones familiares son acontecimientos muy importantes en la infancia de las personas. Quizás por eso Antonella aún hoy recuerda ese episodio ocurrido una tarde de sábado en marzo del 2003. Aunque en este caso, no fue justamente la presencia de la familia lo trascendental del hecho.
Poco antes del inicio de sus clases de tercer grado, la familia Torres Pissinis recibía en su casa las visitas de sus parientes de San Cruz. La lejanía hacía de esta visita algo excepcional. Para esta ocasión viajaron todos: la tía Marta con su marido y sus seis hijos, la tía Laura con su marido y sus dos hijo y la familia de Antonella, que tiene cuatros hermanos más. ¡Imagínense lo que eran las cenas y paseos familiares ese fin de semana!
Ese sábado, la familia decidió ir de paseo. Su destino elegido es la gran Plaza Moreno de la ciudad de La Plata. Esta gigantesca plaza tiene cuatro cuadras de perímetro en forma cuadrada. Para una niña de siete años, una plaza de estas dimensiones es como una ciudad en sí misma.
Lo cierto es que Antonella, consciente de que pronto volvería a empezar las clases, había decidido (de esa manera en que los chicos decretas las cosas) que iba a estrenar zapatos nuevos y ese día era el elegido para salir a comprarlos. Su madre se negó porque no era momento de conseguirlos. Antonella no estaba de acuerdo y enojada, y decidió irse sola al centro de la plaza.
Cuando ella pudo hacer una pausa en su capricho del calzado, miró a su alrededor y se encontró sola en una plaza repleta de gente desconocida y muy lejos, no solo de sus zapatos añorados, sino de la seguridad de su familia.
Millones de trágicos destinos se le cruzaron por la cabeza durante cinco minutos que duro una huerfanidad. Las cuatro cuadras de Plaza Moreno fueron kilómetros para ella en la búsqueda de su familia.
Finalmente, resignada en una de las esquinas, Antonella (ya empapada en llanto) vio rodar una pelota que le pareció conocida. Detrás de ella, corría su primo Nahuel, que salía detrás de un arbusto en el que descubrió que estaba toda su familia.

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