miércoles, 30 de septiembre de 2009

Malos tiempos para hacerte una canción

Por Rodrigo Fonollosa

Taller de Comprensión y Producción de Textos 2

2008



Ya nos fuimos y volvimos un montón de veces. Ya crecimos, fuimos pibes y envejecimos. Ya creímos lo que había que creer y entendimos lo que había por entender y no entendimos un carajo de nada. ¿Y Julio López dónde está?
Ya mentimos. Ya nos tragamos nuestras propias mentiras. Ya aprendimos la versión de la historia argentinizada. Ya fuimos los mejores en todo. Ya tocamos fondo. Ya pagamos deudas. Ya eternizamos la miseria. Ya le echamos la culpa a los otros. Ya fuimos los otros. ¿Y Julio López dónde está?
Ya nos hicimos invisibles por un tiempo. Ya pateamos el tablero. Ya desnudamos verdades. Ya saldamos cuentas con el espejo. Ya le dimos la espalda a nuestros fantasmas. Ya escapamos a ninguna parte, retrocedimos mil pasos y volamos a la luna; caminamos un rato sobre ella y al fin tuvimos que poner otra vez los pies sobre la tierra. ¿Y Julio López dónde está?
Ya viajamos a la casa de la infancia, al barrio con su olor y sus historias, a la placita con el tobogán y las hamacas, a las calles de tierra y las fotos amarillas. Ya nos cansamos de estar en el mismo lugar, y volvimos al sitio del que una vez nos fuimos para nunca más volver pero que jamás abandonamos. ¿Y Julio López dónde?
Ya reímos. Ya lloramos. Ya olvidamos para no pensar, y pensamos que así podíamos olvidarnos de sentir. Y callamos. Y gritamos. Y nos peleamos con el pasado, nos reconciliamos y volvimos a odiarlo y odiarnos. ¿Y Julio López?
Ya tratamos de ser alguien. Ya fuimos nadie. Y alguien antes delimitó cómo era ser alguien y cómo ser nadie. Ya cambiamos. Ya escuchamos otras músicas, nos pusimos otras ropas; reemplazamos cortes de pelo, religiones, ideologías, referentes. ¿Y Julio?
Ya tomamos. Ya fumamos. Ya salimos de la villa a la calle bien temprano con un gorro en la cabeza y llamativos atuendos deportivos. Ya robamos. Ya matamos y también violamos. Ya marginamos. ¿Y?
Ya portamos un buen traje y manejamos un mejor auto. Ya dijimos estremecedores discursos y prometimos realidades ficticias. Ya peleamos contra el sistema. Ya fuimos el sistema. ¿?
Ya ofrecimos nuestro corazón en la ciudad de los pobres corazones. Ya llegó el futuro. Ya nos dolió el presente. Ya nos acostumbramos. Ya fuimos en busca del tiempo perdido y acabamos perdiendo el sentido. Ya vivimos la vida después de la muerte.
Y la pregunta está ahí, al final de cada párrafo, en silencio, haciendo ruido. ¿Y Julio López dónde está? ¿Y Julio López dónde está? ¿Y Julio López dónde está? ¿Y nosotros?
Nosotros no sabemos dónde está, pero acaso ¿él no se estará preguntando dónde estamos? Él, que un día juntó las fuerzas necesarias para desterrar de lo más hondo de su dolor un cementerio de recuerdos. Él, del que cuesta hablar en pasado y en la agenda de los medios también es una ausencia.
Y desaparece todos los días, una vez más, hasta que aparezca la verdad. Y cuando me cruzo con su foto tengo la extraña sensación de que está ahí, siempre unos pasos más adelante que todos, que las marchas y banderas en su nombre, descubriendo el país del nunca jamás justo, mientras espera que lleguemos hasta él.

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