lunes, 25 de octubre de 2010

Carta abierta a la juventud

Por Milena Plácido
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Año 2010

La Plata, 7 de septiembre de 2010


¿Por qué parece que cada vez tenemos menos tiempo?
Estamos llegando a mediados de septiembre y el comentario sobre la fugacidad de los días subyace en cada expresión, dibujando los rostros, apurando pasos agitados, con la apremiante sensación de estar desperdiciando el tiempo.
Las cosas cambiaron para nosotros, y las horas de juego están mal vistas. El cronograma que se impone absorbe todas las energías y tiende a normalizar el espectro de personalidad, para introducirnos lo más pronto posible en la vida productiva. La vida funcional, encasillada y tan bien pensada por instituciones que no nos conocen y que diseñan nuestro presente con un estilo único y restringido.
Las regularidades horarias, la costumbre prestada a la ética, la satisfacción de los padres, la competencia que se incentiva como valor primordial, la trillada visión de un futuro digno y un lenguaje que articula estas presiones con actividades que nos mantienen dentro del tiempo (o fuera de él) se encargan de quitarnos la elección, la recreación y, especialmente, la reflexión.
Hay instituciones que diseñan productos destinados a que no pensemos. Hay empresas que colapsarían si todos juntos detenemos de pronto esta marcha agobiante, que nos está convirtiendo en los zombies de las películas que se producen para entretenernos,
No podemos dejar que nuestro tiempo sea la materia prima de los negocios que dominan el mundo.
No quiero ver que las Playstations y las computadoras sepulten las plazas y el mate. No quiero entender la articulación entre los juegos virtuales de combate y la lógica de las guerras cuerpo a cuerpo que se libran en el mundo.
No puedo saber que la música tenga que relacionarse con discotecas y boliches apiñados de gente con sustancias que intentan evadirnos de lo real.
No quiero observar cómo las luces encandilantes de imágenes lejanas corroen la tinta de los libros, consumiéndolos hasta reducirlos a cenizas.
Quiero que nos tomemos un tiempo para pensar en quiénes somos y en quiénes quieren que seamos.
Sólo después de eso podemos plantear quiénes queremos ser y tal vez elegir.
No podemos llegar a una primavera con la angustiante sensación de haber perdido el tiempo. El proceso que atravesamos es un aprendizaje, y como todo proceso, requiere de un tiempo de maduración.

Milena Plácido

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