miércoles, 13 de octubre de 2010

Desde lejos

Por María Bernardita Sadi
Taller de Comprensión y Producción de Textos
Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo


Día soleado, mucho viento. Sentada en la terraza de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, el olor a café proveniente del buffet invade el cuadrado de cemento. Enfrente del mismo veo un gran descampado, solo allí hay un árbol seco, sin hojas. A los costados un gran paredón de cemento divide el baldío de la calle. A pesar de no estar habitado, el pasto está corto, como si alguien lo hubiese cortado hace tan sólo pocos días.
A la derecha del descampado hay un edificio, parece ser una fábrica. Un gran andamio cubre el costado de la misma. Allí, a una gran altura hay cuatro personas trabajando, arreglando algo. Me da miedo. ¿Y si se caen?
Sin embargo, veo que están agarrados de una soga. Uno de los obreros está al filo del andamio, al borde del precipicio. En su mano tiene un taladro y cuando pone en contacto este con el metal salen chispas. Sin miedo alguno camina por la estructura. Ya no puedo verla, el temor a un accidente hace que mire para el otro lado del paisaje.
Las casas parecen precarias, en una esquina veo otro gran terreno. En este si hay gente. Es una cancha de fútbol, lo más parecido a un potrero. En el medio del predio a un costado hay una pequeña casa, pintada de azul y blanco con un escudo, parece el de Vélez Sarsfield aunque nunca escuché que esa institución tuviera una canchita en La Plata.
El pasto no parece haber crecido mucho, el color de la tierra seca predominan en casi todo el predio. Los arcos no tienen redes, aunque supongo que las pondrán cuando hay partido. Hay una sola tribuna que si mi vista no me falla tiene unos diez escalones. Me hace acordar a la cancha de Estudiantes, sobre todo por los tablones, aunque los colores que predominan no son de mi agrado.
Un hombre vestido con un enterito marrón claro y gorra está recorriendo el campo de juego, ingresa a la pequeña casa y a los pocos segundos sale con una gran bolsa. Se ubica cerca de uno de los arcos y empieza a tirar algo. No logro ver qué es.
Por lo que intento entender, está tirando semillas al pasto. ¿Eso hará que crezca? No tarda más de cinco minutos en realizar su trabajo, deja la bolsa en la casita azul y blanca. Se dirige hacia la esquina del campo de juego, agarra un bolso blanco, se lo coloca en sus hombros y se va. Su tarea parece haber terminado.
Supongo que en poco tiempo, cuando vuelva a ver la canchita el pasto habrá florecido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario