lunes, 4 de octubre de 2010

Pinzas y cuchillos

Por Facundo Galland
Taller de Comprensión y Producción de Textos
Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo



Todo estaba oscuro. El lugar parecía desconocido para mí. Sobre una mesada pude ver elementos de cirugía, pinzas, cuchillos. Al parecer era una sala de operaciones. Todo era muy antiguo y descuidado. Las paredes estaban cubiertas de humedad. Al parecer en el pasado había sido una antigua clínica.
Yo estaba acostado en una especie de camilla. Tenía las manos y pies completamente atados. Era imposible escaparme de allí. Sobre mi pecho tenía un trapo cubierto de sangre. AL parecer no era mío pues no sentía dolor. Trate de gritar con todas mis fuerzas. Nadie pudo oírme.
Era intenso el dolor que sentía en mi cabeza. Quizás me habían golpeado o suministrado algún tipo de droga para dormirme. No sabía que tipo de locura harían conmigo. Intente soltarme por mi mismo. Estaba muy bien amarrado y no tenía demasiadas fuerzas para realizarlo.
De repente oí un ruido. No tenía ni idea de quién podría aparecerse. Trate de hacerme el dormido para escuchar lo que decían. Entraron dos hombres. Eran altos y muy corpulentos. Uno era más rubio y tenía una cicatriz en la cara. Comenzaron a hablar entre ellos pero yo no podía oír lo que decían. Sudaba terriblemente.
Agarraron las pinzas y cuchillos. Estaba atemorizado. Se pusieron al lado mío. Me tocaron el pulso para ver si había signos vitales. Sentí el filo del cuchillo sobre mi estómago. Estaba a punto de desmayarme cuando de repente salieron de la habitación. Era mi momento para escapar.
Traté de acercar a una de mis manos el cuchillo que dejaron sobre mí. Debía ser lo más silencioso posible o sino alguien se daría cuenta de mi huida. Finalmente lo logré. Tomé el cuchillo con mi mano izquierda y comencé a cortar la soga. Empecé por la de mi mano derecha y luego la de mis pies. No sabía qué hacer. Quizás en ese lugar se encontraban otras personas. Tomé el cuchillo y me asomé al pasillo.
Al parecer no había nadie. Me animé a seguir caminando. El lugar era muy viejo y con muchos pasillos. Al observar dentro de una habitación quedé aterrorizado. Había tres personas más atadas como yo. Traté de no acercarme para no llamar la atención. Debía liberarlas o algo horrible iba a sucederles.
Traté de buscar a los captores. Al parecer, nadie más se encontraba en el lugar. Seguí caminando. Entré a una especie de cocina y noté que mucha sangre cubría todas las paredes. Había cuchillos en el piso y rastros de ropa desgarrada. Al parecer alguna especie de lucha había sucedido allí dentro. Seguí caminando.
A mi derecha pude observar una especie de sala de cirugías. Allí se encontraban dos camillas y una mesa con muchos cuchillos y pinzas. Venían ruidos de esa habitación. Trate de acercarme lo más que pude. Ahí estaban. Eran los dos que estaban a mi lado en la otra habitación. Al parecer, estaban preparando todo para una operación. Ese podría ser yo, así que debía actuar de inmediato o mi vida correría peligro.
Traté de ocultarme para planear lo que iba a hacer. No tenía demasiado tiempo. Pronto volverían a buscarme. De repente uno de ellos comenzó a acercarse hacia donde yo estaba. No sabía qué hacer. Tomé fuertemente mi cuchillo. Él no podía observarme. Lo debía tomar por sorpresa. Cuando lo tuve cerca de mí le clavé el cuchillo en su pecho y comencé a correr.
No encontraba la salida. Seguí corriendo. Al ver que nadie me seguía me oculté en un lugar seguro. No podía escaparme y dejar a las otras personas allí atrapadas. Tomé coraje y volví sobre mis pasos. Siempre aferrando fuertemente el cuchillo sobre mi manos. Debía encontrar la habitación para liberar a las demás personas.
Finalmente la encontré. Allí estaban los tres amarrados. Me acerqué a uno de ellos y traté de liberarlo. Trataba de decirme algo. Le aflojé la venda que tenía sobre su boca para comprender lo que trataba de explicarme. En el instante en que me decía cuidado detrás de ti, sentí un enorme dolor en mi cabeza.
Cuando me desperté estaba nuevamente atado sobre la camilla. La cabeza me dolía demasiado. A mí alrededor estaban los dos hombres. Les pregunté qué iban a hacer conmigo. Al oír su respuesta el terror invadió mi cuerpo. Me iban a quitar todos los órganos de mi cuerpo.
Comencé a gritar con toda mi fuerza. Pataleaba y movía mi cuerpo para poder liberarme. Todo parecía inútil. Nada tenía resultado. Había llegado mi momento. De mis ojos comenzaron a caer lágrimas de bronca. Ya no podía hacer nada. Al sentir el cuchillo atravesar mi cuerpo me desmayé.
Luego me desperté tendido en mi cama. Estaba todo mojado. Comencé a examinar mi cuerpo en busca de alguna marca. Todo estaba bien.

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