miércoles, 11 de julio de 2012

No escribo para nadie

Cristina Laureana
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Revolviendo un vaso lleno de azúcar, esperando que me contesten lo que anteriormente había preguntado en el buffet. Tengo que hacer millones de cosas, salir de la cursada, almorzar, volver a cursar, salir más temprano para ir a entrenar.
Me contestaron “No hay pollo en el almuerzo, albóndigas con arroz”, no quiero comer eso. Volví al aula, tengo que escribir algo, ¡uy! Tengo que sacar y leer las fotocopias de Historia Argentina, miro a mi alrededor, a mis compañeros.
Hago una nueva pregunta, ¿tengo que separar los pensamientos?, no, bueno muy bien, sigo escribiendo. De pronto vibra mi celular, salgo de mis pensamientos, paro de escribir, desbloqueo el aparato, y miro tres mensajes nuevos, leo, me agarro la cabeza y me quejo internamente, ¡no quiero ir! Me habían avisado que tenía que  buscar las fotocopias en la casa de una compañera.
Escribo, vuelvo a bloquear el cel, lo guardo, con esto que estoy escribiendo no llego a nada,  fue divertida la teatralización de los cuentos leídos.
Releo lo recién escrito, escucho voces a mi alrededor, se me hace difícil pensar y tener subpensamientos para escribir.
“Subpensamientos” qué palabra le mandé ¡ja!, realmente no sé cómo tengo que escribir, o sea cómo tengo que expresarlo, espero que lo que estoy haciendo esté bien. Igual, como dijo Quiroga[1], no escribo para nadie.


[1] QUIROGA, Horacio; “Decálogo del buen cuentista”.

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