sábado, 21 de julio de 2012

Malabares

Milton Amarilla
Taller de Comprensión y Producción de Textos I



El niño no cuenta la historia, no puede. En cambio, la transpira, la aspira, la bebe y la vuelve a transpirar. Sueña su permanente desgracia, despierto. Hace malabares con su destino, hace malabares.
El semáforo en rojo, pone pausa por unos segundos al constante tráfico en la avenida 9 de julio. Santi -el niño- entra en escena una vez más. Intenta con tres pelotas hacer un espectáculo que despierte la atención de los improvisados espectadores. Estos, por lo general, encuentran refugio en sus vidrios polarizados, otros, que se ven increpados por la culpa o la impotencia, encuentra en alguna moneda, la forma de patear para adelante estos sentimientos, por lo menos hasta el próximo semáforo.
Ya son las tres de la tarde, y Santi se retira hacia la esquina habitual. Ahí están, como siempre, sus hermanos y el señor Torres. Éste último, es el que les permite trabajar, pero “esa esquina tiene su precio, aparte yo los cuido” dice el hombre, y con total soltura, se lleva la mitad de lo poco que juntaron.
El resto de la tarde es menos agotador, por lo menos, no hay que soportar el sol en la frente, aunque mejor el sol que la lluvia y el frio, piensa Santi. Cuando el sol ya se empieza a esconder, es hora de que empiece nuevamente el trabajo. Hacer malabares, sentirse ignorado, volver a la esquina, entregar la mitad, volver a casa y dormir.
- Igual no alcanza – dice el padre – entre los cartones y lo de ustedes no hacemos nada.
- Yo quiero ir a la escuela, papá – dice uno de los hermanos.
- Y yo quiero comer todos los días – replica el padre, tosco pero triste.
Los días se repiten y Santi ya tiene catorce años, “vos ya estás para otra cosa” dice Torres, otra vez en la esquina, “no vas a estar toda tu vida haciendo malabares, ¿no?” arroja mientras le palmea el hombro en tono cómplice.  
Torres es policía en actividad, y eso al niño le da bastante miedo.
- Yo no quiero robar – le dice despacito.
- Entonces te vas a cagar de hambre toda tu vida pibe, pensalo, nos conviene a los dos.
Torres es la ley, el auto es polarizado, el peatón es indiferente, y Santi, Santi hace malabares.

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