sábado, 21 de julio de 2012

Última carrera

Némesis Agnone
Taller de Comprensión y Producción de Textos I



Día de entrenamiento, campo, tierra, montículos. Prueba de rutina, subo, la arranco y comienzo a correr. Frenos estables, amortiguadores nuevos, cámara y cubierta moldeadas en el punto exacto, todo funcionaba perfectamente y nada podía fallar.
La motocicleta funciono hasta el atardecer. Luego de una práctica exitosa, guarde por completo el quipo en el garaje. La puerta se va deslizando mientras la imagen de la Xr se va desvaneciendo.
Camino hacia mi casa, me dirijo directamente a la ducha. Mi cabeza no para, me duele el estómago, mis manos no dejan de temblar, al día siguiente se daba la oportunidad de obtener un gran futuro.
Introducida en la cama, empiezo a dejar el cuerpo posado para que todo fluya con normalidad. Pasado las horas, me despierto, la adrenalina comienza a hacerse notar. Me miro al espejo, y sé que puedo llegar al final del camino.
Me encuentro debajo del cartel de salida, sudor que corre por mi rostro, salto para no dejar que nada me influya. Vista la bandera, enciendo, arranco, solo la meta.
Todos gritan, solo se observa la tierra que se eleva con la velocidad de veintiocho vehículos de dos ruedas. Me acerco al último montículo, observo, flexiono las rodillas haciendo que la moto me acompañe en el movimiento, me elevo dejando que el alma se sienta libre.
Volar, sensación maravillosa que perduro en mi último sentir. Raro conocimiento de fracaso, aunque dejaba de importarme.
Dos segundos antes, un ruido seco, brusco, cuerpo que se soltó de eso llamado vida. Imágenes de los mejores momentos transcurridos, mama mirándome con el reflejo  de dulzura más nítido.
Cuello roto, fracturas de cráneo, tráquea y toda la pierna astillada, menciono el médico a mi familia. No recuerdo dolor de todo lo que dictamino el doctor. Solo que llegue a otra meta.

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