Taller de Comprensión y Producción de Textos I
Extensión Chivilcoy
Volvieron a la noche al lugar donde dormían. Era raro que hubiera minutos
de tranquilidad, donde no hubiera que estar atento al enemigo.
Estaban hambrientos y conciliar el sueño se les hacia imposible. La
guerra había empezado hacia poco. Los soldados sentían todavía la excitación de
estar allí, de tener la oportunidad de defender a su patria. Pero había
excepciones.
-Estas guerras no sirven para nada. Es para los intereses de unos
pocos-dijo Mark.
-Deberías estar orgulloso de estar aquí y defender a nuestra Nación.
Debemos acabar con la expansión de Alemania-contestó Peter.
Mark era un joven rebelde. La idea de estar allí no lo motivaba para
nada. Por el contrario, Peter era un joven de espíritu patriótico, quien a cada
paso demostraba la emoción que el generaba ser parte de la Primera Guerra
Mundial.
-Mi abuelo lloró al despedirme. Yo se que al volver seré el orgullo de mi
familia- esgrimió Peter.
-Si es que vuelves- replicó Mark.
-Por supuesto que volveré-dijo gritando-Tengo una actitud positiva y
ganadora por sobre todas las cosas. En cambio, vos difícilmente lo hagas. No
tienes convicción-.
-No pasa por una cuestión de convicción ni de ideales, sino de los
intereses imperialistas de las naciones que participan en esta nefasta guerra-
Esas fueron las últimas palabras de Mark antes
de dormirse.
Sin embargo, Peter siguió despierto un minutos más. Las palabras de Peter
le habían quedado resonando en la cabeza. Quizá era injusto eso que les estaba
tocando atravesar. Pero de repente, se acordó de su familia, de los ideales
patrióticos que siempre le habían impuesto, de las lágrimas de su abuelo. En
ese momento, volvió a recuperar su
actitud previa, y tranquilo con sí mismo, se durmió.
La guerra transcurrió cruel y dura como siempre. Los jóvenes siguieron
conservando su amistad, y siempre que podían conversaban. Más allá de sus
diferencias ideológicas se sentían bien dialogando, y de alguna manera de sus
diferencias aprendían cosas mutuas.
Un día, ya habiendo pasado más de un año del comienzo, la trinchera en
que se encontraban Peter y Mark fue fuertemente atacada. La mayoría de los
soldados murieron y los demás resultaron heridos.
Tanto Peter como Mark tenían heridas severas y fueron trasladados al
hospital. Peter perdió una pierna, pero el estado de Mark era aún más delicado.
-¿Dónde está Mark? Señorita, ¿podría decirme cómo se encuentra Peter
Hayes?- exclamó el muchacho.
-Ese joven acaba de morir. No lo pudimos salvar-respondió la enfermera
con un gesto triste, mientras atendía a otro muchacho que estaba en una camilla
al lado de la de Peter.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y al cabo de unos minutos, explotó el
llanto. Recordó todas aquellas conversaciones y entendió el sentido de lo que
Mark pensaba.
-Amigo donde sea que estés, siempre te recordaré-gritó Peter con orgullo.
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