martes, 1 de noviembre de 2011

Un lugar lejos pero cerca

Matías Julián González
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Toda mi infancia transcurrió en un pequeño pueblo de la selva misionera. Nunca me alejé más de algunos kilómetros de mi hogar. Este lugar era muy calido, nos conocíamos todos con todos, esto contribuía a la buena convivencia.
Todo lo bueno tiene si lado malo. Una mañana mi madre amaneció con fiebre muy alta, al octavo día de acarrear con su enfermedad desconocida sufrió varias convulsiones, posterior a ello falleció. Al ser un pueblo tan alejado de las grandes ciudades nadie pudo hacer nada para detectar su enfermedad. Poseíamos muy pocos recursos hospitalarios.
Tras la muerte de mi madre fui obligado a irme a la casa de mi tío Jorge que vivía en la ciudad de La Plata. Viajé día y noche hasta llegar. Cuando arribé a la ciudad, que me había contado un chofer que era conocida por sus diagonales. No podía creer nada de lo que veía. Las calles asfaltadas tenían gran flujo de autos y motos, había un dispositivo que los hacía frenar, todo era nuevo para mí.
Una vez en la casa del hermano de mi difunto padre pude sentarme a pensar en los sucesos ocurridos. Las cosas que veía no dejaban de asombrarme. Cajas que lavaban la ropa, que reproducían música, que tenían gente adentro, todo esto no dejaba de fascinarme. Pensaba en como había vivido tantos años sin tener todos estos objetos que hacen más confortable mi vida. Pero como dije anteriormente, todo lo bueno tiene su lado negativo. No podía dejar de extrañar mi tierra natal, la selva que me vio crecer. Volver no podía, lo único que se me ocurrió es trasladar un pedazo de selva a mi nuevo hogar. Y así fue, comencé a plantar plantas y árboles autóctonos de Misiones en el parque de mi tío.
Pasaron los años, me acostumbré a mi nueva vida. Pero siempre quedaba un triste recuerdo de mi pasado. Cuando esto ocurría iba a mi pedacito de selva y eso me daba fuerzas para continuar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario