jueves, 24 de noviembre de 2011

Lucía

Melina Graiver
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Un árbol. Una gota de rocío se deslizaba por la hoja anaranjada. Era otoño, un día que no hacía demasiado frío. Contemplaba la ventana, el árbol, la gota.
Tenía un papel en blanco frente a la mesa, pero no podía escribir, no había historias lindas que contar. El otoño es una de las estaciones más tristes. Sólo se escuchaba el ruido del viento que chocaba con las hojas de aquel árbol y como telón de fondo la radio. Una radio que últimamente no dice nada.
¿Qué escribir? ¿Para qué escribir? En este universo de nombres, no somos nadie, no se nos reconoce ni el derecho a la vida ya. Estoy pensando demasiado, no puedo pensar así. Vuelvo a la ventana, al árbol.
Dibujo mi nombre en ese papel, le pongo formas y colores. Definir su figura no me define a mí, pero me da ganas, esas ganas que ya no tengo, de ser escritora, de ser grande. Me da esperanza de llegar, de poder hablar. Pero no, no se puede, no tengo que pensar. Tengo que dibujar letras lindas en un papel, tengo que escribir en prosa. Hablar del otoño y de romances inventados.
Haber nacido mujer nos define de manera caótica. Ser parte de esta familia aún peor. Sus reglas, sus órdenes, sus secretos. Quiero huir a un lugar donde pueda ser eso que anhelo. Quiero gritar.
Me acomodo el pelo, me arreglo la falda y vuelvo a sentarme frente a esa ventana. Toda mi vida mirando una hoja en blanco que no dirá nada, que no verá nadie. La congoja que me aprieta el pecho y que me hace temblar los labios, dos lágrimas que se escapan y que seco rápidamente.
Se escuchan pasos, una conversación y silencio. Vuelve la radio a ser el único sonido monótono de la casa. Respiro profundo y calmo mis nervios. No debo pensar en eso, debo imaginarme reuniones felices, un novio generoso. No puedo ser escritora, debo dejar de leer esos libros extraños que robe de la biblioteca de la universidad. Debo dejar de hablar con Mario, papá no me lo perdonaría.
El reloj marca las tres. Debo definir qué voy a hacer, si voy a la reunión con Mario y sus amigos no podré volver a casa. Si me quedo, será una hoja en blanco.
-¿A dónde vas Lucía?
-A la biblioteca Mamá. Me olvide que tenía que devolver unos libros.
-No te tardes.
Solo un nombre, en el desierto de las palabras que se ahogaran en silencio… Sí, soy Lucía.

1 comentario:

  1. me encanto, Brillante, tenes un hermoso destino que te estas armando, estoy muy ORGULLOSA de vos!!!!! TE QUIERO MUCHO!!!!!

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