miércoles, 9 de diciembre de 2009

La voz en la oscuridad


Silvana Insaurralde

Taller de Comprensión y Producción de Textos I

Extensión Moreno


-No llores, Vale. Tranquilizate. Voy para allá.

Carolina colgó el teléfono, prendió el velador de su mesita de luz, miró el reloj que marcaba las 3.30 am y no pudo evitar chistar. Suspiró quejosa, pensó un segundo y se levantó casi de un salto. Se vistió con la misma ropa del día anterior, que no estaba tan sucia, llamó a un remis y diez minutos después, tocó timbre en la casa de su amiga.

Valeria le abrió la puerta y se arrojó contra ella ahogada en llanto. A Carolina le impresionó sentir los movimientos de congoja de su amiga sobre su pecho. La contuvo en un abrazo que duró varios minutos, hasta que le propuso entrar a la casa para que le contara qué había sucedido.

Valeria habló entrecortada y le contó que Gustavo había decidido cortar la relación, diciéndole que ella no era la mujer que él quería para su vida. Que era un desgraciado porque venía a confesarle eso después de haber planeado con ella una vida juntos. Que no podía creer que le estuviera pasando eso. Que el día anterior habían compartido un momento maravilloso.

Carolina escuchó todo lo que Valeria tuvo para decir… Y cuando quedó en silencio, le dijo:

-Vale, no sé de qué te extrañás. ¿Cuántas veces me dijiste que Gustavo no cumplía con sus promesas, que no te demostraba que te quería ni que le interesabas?

-Si, pero él siempre me dijo que quería que yo fuera la madre de sus hijos.

-Vale, los hombres dicen muchas boludeces… Y más cuando no saben lo que quieren… Creo que es lo mejor que te puede pasar que ese tipo te deje… Creo que llegó el momento de que sepas lo que valés y dejes de buscar el amor en tipos que no te pueden dar lo que estás buscando.

-Caro, vos no entendés. Yo sé que Gustavo me quiere, y que aunque le lleve tiempo, se va a dar cuenta y va a cambiar. Ahora lo que yo tengo que hacer es ponerme linda como a él le gustaría, demostrarle que soy una mina capaz de amarlo incondicionalmente, y que lo voy a esperar siempre.

-¿Ponerte linda? ¿Como a él le gustaría? Vale, ¿estás loca? ¿O hace mucho que no te mirás al espejo?

-No, no estoy loca. Yo sé que puedo ser mejor, que no soy la mujer que él se merece, y quiero volver a conquistarlo.

-¿Y mientras tanto qué? ¿Y vos? ¿Tu estudio? ¿Tu vida? ¿Tu felicidad? ¿Tus proyectos?

-Todo eso no tiene sentido si no tengo con quien compartirlo, Caro. El día que te pase me vas a entender.

-El día que me pase… ¿Vos te olvidas todo lo que yo pasé por Nicolás, al que vos llamabas estúpido? ¡Si me pasa otra vez pegame tres o cuatro cachetadas! No puedo creer lo que me estás diciendo… Mejor nos vamos a dormir, ¿querés? Mañana la seguimos.

Valeria se durmió pensando en lo difícil que sería pasar todo el tiempo que tuviera que pasar sin ver a Gustavo ni saber nada de él. Carolina se acostó recordando noches iguales a la que Valeria estaba teniendo, días oscuros de desesperación, de tristeza, momentos en que sintió desgarrarse de dolor y creyó no poder superarlos jamás. Trajo a su mente las palabras de una sabia que había conocido en sus sueños y que la había visitado muchas noches acercándole algunas respuestas a sus por qué. Lo que más recordaba era aquella vez en que le dijo “de vos depende ser Vos. Tu conciencia está creada para ser creadora... Ese Ser Creador de Todo lo Creado, nos ha dado la libertad de ser creadores de nosotros mismos... Cultivar la vida... Cultivar el amor...Con libertad existe la espontaneidad y la creación... Liberáte, Carolina. Ese dolor no te conduce a nada. El amor que buscás en él, está dentro tuyo”.

Repasó la incertidumbre, la angustia, revivió el momento en que descubrió el terrible miedo a la soledad que la acechaba y volvió a sentir la liberación que recorrió todo su cuerpo aquella noche, en ese instante en que se iluminó su conciencia.

Cerró sus ojos pensando que nadie puede escapar de enfrentarse tarde o temprano a su soledad, si quiere ser uno mismo. Llenar el vacío existencial con valores propios, con sentidos no impuestos, sino creados desde la propia autenticidad. Y así como tenía la seguridad de que ya no volvería a caer en esa angustia avasallante, sabía que Valeria también descubriría el amor que emana de aquella fuente de amor universal.

Esa noche la vieja sabia le habló en su sueño: “Carolina, ya es hora de que conozcas al hombre que corresponda todo ese amor que tenés para dar. No le temas, es para vos”.

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