sábado, 17 de septiembre de 2011

Carta

Francisco Hurtado
Taller de Comprensión y Producción de Textos I



Mersápolis, 23 de Junio 1925

Al Dr. Armando Vo’

Por medio de la presente me dirijo a usted para presentarle algunos nuevos razonamientos que, creo, serán de ayuda para comprender mi primera carta sobre el Miedo Original.
En esta primer aproximación resaltaba la presencia de un miedo desencadenante de todas las fobias, temores y traumas; este miedo, general a todas las personas, no tiene referente histórico, son sus múltiples consecuencias las que pueden varias, pero el miedo siempre es el mismo. El miedo a lo desconocido.
Es necesario abstraernos de nuestro contexto y vernos como sujetos históricos más allá de nuestro espacio-tiempo. Ya en las primeras aproximaciones de civilización este miedo estaba presente, y sobre todo, nos invadía por las noches donde la falta de luz profundizaba los desconocido; dando lugar a la exageración en fantasías.
No es extraño que, de ser de las criaturas más débiles, desarrolláramos una lógica y conocimiento mayor para sobreponernos ante el orden natural que tanto nos alarmaba. De la comunión de grupos en cavernas al castillo medieval y a las ciudades modernas.
La mecanización de la escritura, la aceleración de los medios de transporte y el paso de reinos a estados o reinos ampliados es parte de esta búsqueda desesperada por encontrar un nuevo orden, superior al natural, en el que ya no nos sintamos vulnerables.
Es este camino inquieto sin un objetivo claro lo que profundiza y genera nuevos temores y, sobre todo, grandes diferencias que nos hacen sentirnos más vacíos e inseguros. Solos en un mundo sin sentido.
Pero el sentido es la búsqueda inconsciente de la supresión del miedo.
El mayor problema a resaltar es que en la actualidad el contexto social, político, económico y científico no nos permite visualizar un posible y positivo cambio. El miedo no nos permite confiar, nos encierra y fomenta la individualidad; es esta la que genera que unos pocos, en una codicia desmedida, quieran controlarlo todo.
Son los mayores cobardes los que quieren, por lo menos en su lugar, armar y controlar su orden, ser los dueños de los límites, ser los reyes del castillo. Creyendo así que, con sublevación, es posible estar tranquilo.
Pero el miedo original mal resuelto genera nuevos temores y, aunque no podamos ver una solución final, creo que en lo individual no yace una respuesta, pero sí en el producto plural basado en el entendimiento; en la búsqueda interior para comprender y ponernos al nivel del todos, reconocer que todos, desde el peón hasta el noble, tememos lo mismo.
Sin más energías para continuar y poniendo un límite físico que es la misma hoja en la que escribo, me despido con cariño esperando una sincera y personal respuesta.
Atentamente, Cisco.

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