sábado, 17 de septiembre de 2011

¿Periodismo u oposición?

Martín Mazzoleni
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


En tiempos pasados esta pregunta parecía mal formulada, como si se estuviesen mezclando dos esferas que se presumían independientes: el periodismo y el ejercicio del poder político. Los analistas se proclamaban objetivos e independientes en la ferviente tarea de comunicar "la realidad". Sin embargo, Las innovaciones en las tecnologías de la comunicación multiplicaron las voces y en forma proporcional aumentaron las realidades contadas. Diversas fueron las subjetividades escondidas detrás del velo de la neutralidad.
Lo novedoso de la época actual es el corrimiento, voluntario o forzoso, de ese manto de objetividad que antes significaba el oprobio para el descubierto. Muchos comunicadores anuncian sus afinidades partidarias y despojan del manto a quienes trabajan bajo lógica empresarial de tipo monopólica. El periodismo militante gana terreno en desmedro de la imparcialidad. Cada vez son más los que saben que implícita o explícitamente los mensajes son construcciones y no fieles espejos de la realidad.
El desencadenamiento de este proceso tuvo varios posibles detonantes. La crisis del 2001 hizo que la sociedad se desengañe sobre la realidad que se solía mostrar y que no concordaba con aquella que estalló a los ojos de todos. Además, los recientes conflictos entre poderosas corporaciones y el gobierno que efectuó medidas que desafiaron sus devoradoras ansias de rentabilidad dejaron al descubierto a quienes comenzaron ataques sistemáticos contra la autoridad. Cabe destacar el impulso oficial de la Ley de Servicios Audiovisuales que afectó el corazón de las corporaciones mediáticas, y ya no sólo negocios terciarios de sus múltiples tentáculos.
Actualmente, el primer paso en la asunción de una explícita, y filosóficamente necesaria, posición política la dieron quienes se adscribieron en la línea del gobierno kirchnerista. Quizás sea esa una revolución comunicacional que le permitió torcerle el brazo a las corporaciones que deslegitimaban gobiernos a través de la instalación de discursos dominantes. Muchos de los opositores aún se aferran al velo que esconde los intereses que motorizan sus prácticas.
En particular, no creo que el desarrollo de la actividad sea sólo posible en la dualidad oficialismo u oposición. La afinidad partidaria jamás debe apagar la conciencia crítica ya que, de lo contrario, se haría propaganda en nombre del periodismo, lo que significaría caer en otra trampa como la de la objetividad. El periodista debe tener como valor máximo una inquebrantable militancia ideológica que no puede contradecir en su práctica.

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