sábado, 17 de septiembre de 2011

Mi mejor maestra

Valeria Ortiz
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Chela fue maestra de mi papá, de mis tíos, de mis hermanos y mía. La admiré y lo sigo haciendo por la pasión con la que siempre dio sus clases. Me recuerdo de pequena, en quinto grado, hablando inocentemente con mis companeras y diciéndonos que Chela era la peor, que era mala, que no queríamos tenerla y, el próximo ano, pasaría.
En realidad no era así, Chela era sólo exigente y por eso temíamos. Pero con el correr del tiempo descubrí que detrás de esa mujer con máscara de mala había una señora dulce que amaba el oficio de ensenar.
Terminaron las clases y con el mayor de los respetos dije que fue mi mejor “señorita”. No supe más de ella hasta que el ano pasado fue maestra de mi hermano menor, Luciano.
Luciano siempre fue bastante vago con la escuela, pero ese ano me cansé de verlo haciendo deberes, buscando información y hasta leyendo en voz alta, practicando para pasar a dar la lección. Y no es que con otras profesoras no hubiera dado lección oral, es que Chela hacía que todos estudien y quieran pasar.
Hace unos meses me llegó un mensaje de texto de mi mamá que me contó que Chela había fallecido. Ya tenía más de sesenta anos. En la escuela no hubo clases y su velorio estuvo lleno de alumnos. Ella había fallecido de cáncer, y por eso merece ser destacada. Porque a pesar de su enfermedad, no dejó de levantarse día a día para ir a ensenar. Eligió eso, sin contar por lo que estaba pasando, antes que acostarse a esperar su muerte. Así logró ser recordada como una mujer de oro; no sólo buena maestra sino también una mujer luchadora.

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