sábado, 17 de septiembre de 2011

Mi SER superior

Florencia Marchesi
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


“Vos no sos nada sin ella”, eso es lo que dicen los de afuera. Y sí, es verdad, yo no soy nada si ella no está al lado mío todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches.
Que me cocina milanesas y me lava las zapatillas como toda madre, eso es mentira, es más, ella no es la reina del arte culinaria, sino todo lo contrario, el que se encarga de la comida es mi padre; y eso de que me limpia las cosas también te lo puedo discutir.
Esa es mi madre, la anti-cocina y la anti-limpieza. Pero así me crió y así también le agradezco, por enseñarme todos aquellos valores que una madre le puede inculcar a una hija. Desde chiquita me enseño a decir buenos días cuando entraba a algún lugar, a pedir perdón cuando era necesario, y a dar las gracias en determinadas circunstancias.
Ella me preparó para afrontar a la vida con la cabeza bien alta, nunca gacha. Me explicó desde pequeña que en la vida uno puede tropezar miles de veces, pero que esos tropiezos significan enseñazas, aprendizajes. Y que perder una batalla no significa perder una guerra. Esos son los fundamentos que tiene ante la vida. Y mirá que la sufrimos con la vieja. Hemos perdido cada batalla, pero acá estamos, firmes y más unidas que nunca.
Algún día, si llegó a ser madre, espero poder seguir el ejemplo de ella, poder ofrecerle a mi hija todos esos tesoros que me enseñó a respetar y a cuidar desde chiquita y poder trasmitírselo de una forma tan simple y verosímil como mi mamá hizo conmigo.
Es una persona que la luchó y la sigue luchando, tiene un dios a parte. Ella siempre se levanta con una sonrisa, y el día que eso no sucede es porque verdaderamente pasa algo grave. Te levanta el ánimo como sea, si no es con un chiste, te transforma como por arte de magia noticias feas, en hechos simples y con solución.
Puedo decir que mi madre es única y no me siento mal al decirlo. No me podría imaginar con otra madre. De verdad, no sería yo.
Entre ella y yo hay una formula química que da un resultado perfecto; madre-hija. Estamos unidas más allá de la sangre. Una unión que no se puede explicar, pero que existe mucho antes de que yo estuviera en su vientre.
No es una mujer pública, pero me encantaría y me pondría orgullosa de que todos conozcan a mi madre tal cual es: loca, divertida y siempre fiel a sus convicciones.
Ese es mí ser superior y yo soy un fiel reflejo.

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