sábado, 17 de septiembre de 2011

El dueño del balcón

Roberto Cardoso
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Desde muy temprano estaba preparado para marchar. El día anterior, en el frigorífico se había resuelto ir a Buenos Aires, a la Plaza, a rescatar a Perón.
Entonces había que levantarse a la misma hora que si fuéramos al trabajo, con la diferencia que esta vez no estaríamos entre las reses, y sí entre los trabajadores con los que veíamos peligrar las últimas conquistas obreras otorgadas desde la Secretaría de Trabajo.
Muchos no teníamos la idea de lo que era o significaba marchar, es decir, cómo nos organizaríamos, nos ordenaríamos y nos trasladaríamos. Luego uno descubre que las cosas se dan sobre la marcha, ordenarse es entre todos y viajar es en lo que se pueda. Las consignas eran muy pocas pero se gritaban constantemente: “La vida por Perón” ó “Perón, Perón”.
Y hacia allí marchábamos, con nuestra ropa de trabajadores. Era un día de calor y de color. Nunca antes había estado en Buenos Aires, pero no había tiempo para paisajes o para intentar conocer lo desconocido. Era una travesía con un destino concreto y con un objetivo meditado: reponer al General, restituirlo en sus tareas. Y allí estábamos, esperando a que nos lo devolvieran. De lo tarde que se hizo a la noche, cada vez éramos más y a cada momento se gritaba con más ganas. Y de repente, de la noche se hizo la luz, su figura en el balcón, su silencio, sus sonrisas, sus brazos levantados y su primera palabra: “Compañeros…”

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