sábado, 17 de septiembre de 2011

Un regalo para Samuel

Agustina Duhalde
Taller de Comprensión y Producción de Textos I


Samuel vivía feliz. Como todo niño de tres años, su vida no tenía mayores complicaciones, sus problemas giraban alrededor de jugar a la pelota o pintar a un dibujito de verde.
Este año lo emocionaba, era su primero en el jardín de infantes N° 14 de la ciudad de Bahía Blanca. Samuel, o “Sami” como lo llamaban sus maestras era muy sociable y activo: ya a la primer semana de comenzadas las clases se había hecho amiguitos. Le encantaba el arenero del fondo y se pasaba las mañanas cantando las canciones que allí mismo le enseñaban.
El frío de la mañana del 8 de julio no lo desaminó ni un poquito, era un día especial. Sami había sido elegido para cantar en el acto del 9 de julio, pero no era sólo eso lo que lo contentaba: faltaban 4 días para su cumpleaños número cuatro. ¡Qué felicidad! Ya había elegido el salón que, por cierto, rebalsaba de juegos inflables. Junto con su mamá, que era la que ese día lo acompañó al jardín, repartieron las tarjetitas que no eran más que un autito de color celeste que decía “Me llamo Samuel y este sábado 12 de julio cumplo cuatro añitos. Me gustaría que puedas estar conmigo, te espero a las 4 en La Casita Azul”.
Antes que empezara el acto, Gimena, la mamá de Sami, repartió las veinticinco invitaciones a los padres de los nenes que, gustosos, aceptaron llevar a sus hijos a La Casita Azul. A las 10 en punto el acto empezó con nada menos que la actuación especial de Samuel. Cantó una canción hermosa y, aunque se confundió en una partecita (detalles que sólo ven las mamás), fue el que más brilló esa vez.
Al terminar el acto, Sami corrió a abrazar a Gimena, y la carita se le iluminó cuando vio a Paula, ¡había podido venir! Nada podría haber salido mejor y ahora sólo quedaba esperar impacientes hasta el 12, haciendo tortas y llenando piñatas.
El día llegó y a las cuatro en punto comenzaron a llegar los invitados. Primero llegó Matías, después Belén y Camila. Cuando llegó Tomás, Claudia, su mamá le pidió a Sami hablar con su mamá, y él dijo “acá está”.
-Hola, ¿qué tal?, me llamo Paula.
-¿Paula? Creí que te llamabas Gimena.
-No, ella es su otra mamá- respondió Paula con una sonrisa confiada.
La cara de la mamá de Tomás se transformó y se disculpó por no poder dejar a su hijo en la fiesta ya que tenían otros compromisos. Paula, aunque desconfiando de la actitud, le dijo que no se hiciera problema, que ya habría más momentos para compartir.
Claudia, la mamá de Tomás, huyó desesperada. No podía creer que con su hijo fuese un niño que tenía dos mamás ¡y ningún papá! Definitivamente, eso no cabía en ninguna cabeza. Se horrorizó por los hijos de los otros padres y decidió llamarlos diciendo que las mamás de Sami estaban besándose enfrente de los chicos, que los saquen de allí.
Por supuesto que todos corrieron a buscarlos y La Casita Azul se tornó en un lugar de gente que venía a sacar a sus hijos con algún pretexto o que frenaba la entrada de otros niños. Gimena y Paula no sabían cómo hacer para retener a esos padres. Entre sus argumentos, por demás validos, estaban que no había nada que temer, que Sami era igual a todo el resto y que ésa era su fiesta, que otras cuestiones podrían ser arregladas después.
Pero nada surgió efecto. A las 5 de la tarde, en el salón reinaba el silencio total que sólo interrumpió un llanto agudo. Era Sami. ¿Por qué se había quedado solo si era su cumpleaños? ¿Dónde estaban sus amigos? El llanto no cesaba. ¿Por qué ese hombre había gritado que mejor le hubieran regalado una muñeca?
A Samuel le quedó una esperanza. Corrió a la mesa de regalos, pero su decepción fue aún más grande al verla vacía. Tomás le había prometido regalarle un autito igual al suyo: grande, rojo, brillante. Pero el sábado que Sami cumplió cuatro años, no hubo autito, tampoco hubo fiesta, ni risas, ni juegos y mucho menos, un regalo.

¿De vuelta a casa?

Martin Piolini
Taller de Comprensión y Producción de Textos I


El campo de batalla estaba limpio de enemigos, lo cual fue aliviante puesto no había municiones de sobra. Habíamos logrado replegarlos. Como reflejo dejamos caer las ametralladoras; Los brazos amigos de Muller que buscaban reconfortarse junto a los míos. Después de mucho tiempo nos sentimos en casa nuevamente. Llorábamos de alegría; el pelotón entero lloraba. De pronto ya no éramos más soldados, sino niños otra vez. La juventud de hierro pensé, mientras soltaba una carcajada.
De vuelta en casa .Tal como la recordaba. Los altos pinares del cerro. En otros tiempos supimos jugar a las escondidas entre esos nevosos pinos. Ahora eso es imposible; varios de mis compañeros -los mejores compañeros que esta vida pudo obsequiarme-, ya no están con vida. Sólo ese recuerdo; ese amargo recuerdo de lo que nunca podrá a ser otra vez.
Al pelotón lo habían redistribuido. Muller -según los rumores- estaba luchando en el frente norte. Kapp, solo Dios sabe dónde estará. Una bala que rozo el fémur izquierdo fue mi boleto de vuelta.
Caminaba por la calle principal. La carta la había terminado ya hacía rato; aprendí que siempre me parecería incompleta ¿Como se traduce en palabras la muerte de un hijo? Pienso en lo que le diré a su pobre madre ¿Cómo explicarle? La vida en las trincheras me ha tallado frió y rústico. Ya olvidé lo que se siente ser persona.
La casa de los Kemmerich. El pasto alto, las ventanas tapiadas y las paredes verdes de humedad. Ya a la distancia uno podía comprender -pobres almas-, que estaban entregados; que la guerra -a muchos kilómetros de distancia-, había penetrado en sus vidas. Que ya en el fondo, para ellos, todo estaba perdido.
Mientras caminaba hacia la puerta, escuche un grito; y luego a la madre Franz romperse en llanto.-No, no sé… en ese momento… Franz gritaba, yo lloraba. El no quería sentir nada -pobrecito-, y yo ahí, yo solito ahí, para acompañarlo en el último camino; para llorar como un niño junto al cuerpo de mi amigo.
La puerta se abre de par en par; la madre de Franz –la madre de todos los Franz, la madre de toda la gente que murió en la guerra y que ya no está- me abraza con todas sus fuerzas. Ambos estallamos en llanto.
En el medio, Franz, el joven de hierro.

Carta

Francisco Hurtado
Taller de Comprensión y Producción de Textos I



Mersápolis, 23 de Junio 1925

Al Dr. Armando Vo’

Por medio de la presente me dirijo a usted para presentarle algunos nuevos razonamientos que, creo, serán de ayuda para comprender mi primera carta sobre el Miedo Original.
En esta primer aproximación resaltaba la presencia de un miedo desencadenante de todas las fobias, temores y traumas; este miedo, general a todas las personas, no tiene referente histórico, son sus múltiples consecuencias las que pueden varias, pero el miedo siempre es el mismo. El miedo a lo desconocido.
Es necesario abstraernos de nuestro contexto y vernos como sujetos históricos más allá de nuestro espacio-tiempo. Ya en las primeras aproximaciones de civilización este miedo estaba presente, y sobre todo, nos invadía por las noches donde la falta de luz profundizaba los desconocido; dando lugar a la exageración en fantasías.
No es extraño que, de ser de las criaturas más débiles, desarrolláramos una lógica y conocimiento mayor para sobreponernos ante el orden natural que tanto nos alarmaba. De la comunión de grupos en cavernas al castillo medieval y a las ciudades modernas.
La mecanización de la escritura, la aceleración de los medios de transporte y el paso de reinos a estados o reinos ampliados es parte de esta búsqueda desesperada por encontrar un nuevo orden, superior al natural, en el que ya no nos sintamos vulnerables.
Es este camino inquieto sin un objetivo claro lo que profundiza y genera nuevos temores y, sobre todo, grandes diferencias que nos hacen sentirnos más vacíos e inseguros. Solos en un mundo sin sentido.
Pero el sentido es la búsqueda inconsciente de la supresión del miedo.
El mayor problema a resaltar es que en la actualidad el contexto social, político, económico y científico no nos permite visualizar un posible y positivo cambio. El miedo no nos permite confiar, nos encierra y fomenta la individualidad; es esta la que genera que unos pocos, en una codicia desmedida, quieran controlarlo todo.
Son los mayores cobardes los que quieren, por lo menos en su lugar, armar y controlar su orden, ser los dueños de los límites, ser los reyes del castillo. Creyendo así que, con sublevación, es posible estar tranquilo.
Pero el miedo original mal resuelto genera nuevos temores y, aunque no podamos ver una solución final, creo que en lo individual no yace una respuesta, pero sí en el producto plural basado en el entendimiento; en la búsqueda interior para comprender y ponernos al nivel del todos, reconocer que todos, desde el peón hasta el noble, tememos lo mismo.
Sin más energías para continuar y poniendo un límite físico que es la misma hoja en la que escribo, me despido con cariño esperando una sincera y personal respuesta.
Atentamente, Cisco.

Caemos

Jaime Lasa
Taller de Comprensión y Producción de Textos I



Cuando tu mente necesita volar pero tu cuerpo responde simplemente a los pies, siempre pegados al piso levantándose sólo para volver a tocarlo, eso es impotencia. Cuando tu cabeza se abre al mundo pero éste te rechaza, te abandona y te margina, eso es desilusión. Cuando rodeado de gente y risas, no podes evitar sentirte solo, eso es verdadera soledad en todas sus dimensiones.
Cuando el escape es un libro, cuando la calle es miedo, cuando la educación apaña y serializa cabezas, cuando la gente no entiende lógicas y se abraza a idioteces, cuando se fanatiza con ídolos; eso es, desagradablemente, la realidad.
Cuando el texto debe ser de una carilla y ya dijiste lo necesario, pero no llega a la extensión solicitada, la imaginación y la inspiración se marchan.
La hipocresía se respira y se ve en todo momento, dentro de uno y en cualquier lado o persona. Se manifiesta en los “te quiero” obligados que opacan los “te quiero” que salen del alma, esos que los dicen los ojos y los grita el cuerpo.
En definitiva quien más valora la vida, es el suicida; la valora tanto que sabe que sabe que el final está cargado de alegría y no de congoja. Sabe, también, que la muerte es un libro sin terminar. El suicidio es la firma que dice que es innecesario seguir, que la vida es un arte y que no debe caer en la repetición.
Y la firma no es de tinta, sino que es un beso al margen del papel, sin lápiz labial, pero con la sangre más dulce y roja.

Si ganaba Huracán capaz que no lo hacía

Ariel Frate
Taller de Comprensión y Producción de Textos I


Cuando se dio cuenta que lo que estaba manchando su alfombra azul era sangre, se sorprendió. Cuando se dio cuenta que esa sangre no era precisamente suya, se asustó y al mismo se alivió. Y, cuando finalmente, advirtió que la sangre salía del cuerpo de su esposa, desde un orificio en el cual se clavaba un cuchillo que estaba firmemente sostenido por una mano que era la suya, pegó un salto hacia atrás y quedó hundido en su mesita ratona, luego de destrozar el vidrio de ésta. Recién en ese momento, se tranquilizó.
Aunque habían pasado pocos minutos desde que ella había quedado imposibilitada de leer sus cartas, o el diario, o cualquier cosa en realidad, porque estaba muerta, él prendió un cigarrillo y comenzó a escribir.


Buenos Aires, Parque de los Patricios, 11 de abril

Susana:
Vos sabes que aún te amo y que no soy celoso y que a pesar de haberme confesado tu infidelidad te dije que quería seguir con vos y lo aceptaste.
Y sé que vos sabías que yo sabía que estabas con el negro Raúl, con ese cuervo de mierda, y te dije que me iba a ver a “La Vieja” aoropósito, porque vos sabes que nunca me perdí un clásico. Fui a la cancha y te vi. Te vi en la tribuna visitante gritando un gol de San Lorenzo.
No me acuerdo cuando te clavé el cuchillo, pero que bien que estuve en hacerlo.

Darío


P.D: no te amo un carajo, te odio. Menos mal que estás muerta.

La unión hace la fuerza

Nuria Pacheco
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Compañeros, me toca hoy ponerle voz a nuestro reclamo colectivo en esta asamblea. Conjuntamente hemos decidido ponerle fin a las aberraciones que estamos sufriendo, ya no tenemos porqué soportar las injusticias a las que nos someten.
Lucharemos para que las jornadas laborales que diariamente cumplimos no excedan las ocho horas, porque nosotros también tenemos derecho a compartir tiempo con nuestras familias.
Nos tratan como esclavos y nosotros lo aguantamos porque necesitamos trabajar, pero a partir de ahora van a tener que respetarnos. Eso depende de nosotros. Si todos juntos luchamos, podremos hacernos respetar como es debido y se termina el maltrato.
Cómo puede ser que trabajemos sin descanso, en condiciones nefastas y encima mal pagos? Es nuestra responsabilidad revertir esta situación, porque la suma de nuestras individualidades hace al funcionamiento de esta fábrica, y los patrones tienen que entender que el pilar fundamental somos nosotros, no ellos.
Nos autoconvocamos a asamblea para poner en común estas injusticias que nos conciernen a todos. Hoy nos juntamos para que cada compañero vea que su lucha es la lucha del compañero de al lado, y del otro; es nuestra lucha.
Juntos podremos lograr que no nos sobre exijan, que nos paguen por lo que hacemos como corresponde y no las sobras que nos dan.
Juntos tenemos más fuerza, y nuestro reclamo es imposible de callar. Mostrémosle al país quién hace funcionar la producción, quién hace posible que fábricas como esta se llenen los bolsillos.
No tenemos porqué seguir aguantando, compañeros. Manana mismo nos declaramos en huelga, y hasta que no haya cambios en nuestras condiciones, hasta que no nos rebajen las horas de trabajo y hasta que no nos aumenten la paga, no diremos basta.
Es el momento compañeros, en esta estamos todos.

Mi mejor maestra

Valeria Ortiz
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Chela fue maestra de mi papá, de mis tíos, de mis hermanos y mía. La admiré y lo sigo haciendo por la pasión con la que siempre dio sus clases. Me recuerdo de pequena, en quinto grado, hablando inocentemente con mis companeras y diciéndonos que Chela era la peor, que era mala, que no queríamos tenerla y, el próximo ano, pasaría.
En realidad no era así, Chela era sólo exigente y por eso temíamos. Pero con el correr del tiempo descubrí que detrás de esa mujer con máscara de mala había una señora dulce que amaba el oficio de ensenar.
Terminaron las clases y con el mayor de los respetos dije que fue mi mejor “señorita”. No supe más de ella hasta que el ano pasado fue maestra de mi hermano menor, Luciano.
Luciano siempre fue bastante vago con la escuela, pero ese ano me cansé de verlo haciendo deberes, buscando información y hasta leyendo en voz alta, practicando para pasar a dar la lección. Y no es que con otras profesoras no hubiera dado lección oral, es que Chela hacía que todos estudien y quieran pasar.
Hace unos meses me llegó un mensaje de texto de mi mamá que me contó que Chela había fallecido. Ya tenía más de sesenta anos. En la escuela no hubo clases y su velorio estuvo lleno de alumnos. Ella había fallecido de cáncer, y por eso merece ser destacada. Porque a pesar de su enfermedad, no dejó de levantarse día a día para ir a ensenar. Eligió eso, sin contar por lo que estaba pasando, antes que acostarse a esperar su muerte. Así logró ser recordada como una mujer de oro; no sólo buena maestra sino también una mujer luchadora.

Sextina

Camilo Urquizu
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Debajo de esta triste mesa
Están las brisas expuestas
Y el fogón encendido
Para estas historias que empiezan
Y nunca olvidar ni resignar.

De esta nación tan altiva
Que se fundó con orgullo gaucho
Pero tardó en reconocer su hidalguía
Al punto que se necesitaron
Mil poesías escritas en llanto
De quien no espero de nadie nada.

Es así que entre orgullo y arrepiento
Se cruzaron caminos sangrientos
Y con desgracias
Pero nunca tambaleantes
Los sentimientos y resentimientos
Siempre estuvieron presentes.

A la hora de elegir
Este pueblo siempre
Va a morir con lo suyo
Ninguno vaya a contradecir
Que en esto de construir
Se pecó hasta morir.

Bajo el firmamento
Y no cualquiera sino
El que fue testigo
De nobles levantamientos
De quien en poco tiempo
Ganó que nunca sientan pena por él.

En este pulcro rincón
Se respira todo eso
Y con el pecho adelante
Sabré si fuimos errantes
Si todo esto cambia
Y alguna grieta nos quiebra.

Hoy la llamada civilización
Se permite acoger y entender
Hasta fundirse en una sola
Con la temida barbarie
Que mantuvo su identidad
A la fuerza de la soledad.

La argentinidad

M. Virginia Lezcano
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


De aquel mayo tan glorioso
Que supo ver la patria nacer
No ha dejado de crecer
Este suelo tan grandioso
Y de a él pertenecer
Siempre me siento orgulloso.

Unitarios y federales
Supieron bien contender
Civilización y barbarie
Tampoco quisieron ceder
Y entre algunos otros males
Aprendimos a aprender.

Independencia ganada
Que alguna vez nos falló
Libertad conquistada
Que en el tiempo se perdió
Democracia declarada
Que algún día se perdió.

Algunas guerras y muertes
Que recordaron el miedo
Varias vidas inocentes
Y otras tantas sin consuelo
Pero el grito sagrado está latente
En medio de tanto revuelo.

Tanta tierra y colores
Tanto suelo por poblar
Universo de sabores
Que pocos pueden degustar
Y a este pobre gaucho
Sólo le queda cantar.

De la puna a los glaciares
De la cordillera al mar
Los hermanos sean unidos
En la patria federal
Que un folclore y un mate
Nunca nos han de faltar.

Pido mucho y doy poco
Desde que empiezo a cantar
Mas el orgullo argentino
Nunca se verá escasear
Y si hay un gol de por medio
Siempre se lo va a gritar.

También las Malvinas son nuestras
Aunque no lo podamos ver
Y aún si la historia es añeja
Nunca hemos de ceder
Mas las vidas que cobraron
No las han de merecer.

Tanta historia se cuenta
Aún siendo tan joven
Y no se sabe a ciencia cierta
Si es progreso o es desorden
Y entre tanto que se cuenta
La verdad siempre se esconde.

En la punta de América
Sigue viva y cantando
Y entre alegría y contienda
Aún se oye el grito sagrado
Y cada muchos que callan
Siempre hay uno que sigue gritando.

La Mujer que remó

Emiliano Carpinetti
Taller de Comprensión y Producción de Textos II



Es aquella mujer, la que luchó contra viento y marea en tiempos de naufragio. Que nadó contra la corriente y a pesar de llegar a la costa, aún no pudo recuperar lo perdido. Que a pesar de los años no se detiene en ningún lugar, ni tampoco le pesa el pañuelo que lleva sobre su cabeza.
Hoy sigue de pie con la frente en alto y la esperanza intacta de poder construir un nuevo horizonte para hijos y nietos.
Su hogar siempre fue la plaza, esa plaza que la acogió tantas tardes de angustia y de dolor. Su sueño, ver tan solo su rostro un minuto más. Su dolor, afrontar la realidad y seguir adelante.
Para ella no hay ningún premio que pueda calmar su pena, sólo el caminar de sus pasos por un sendero mejor ahogaría ese fuego interior que la atormenta cada noche. Cada arruga de su rostro representa una búsqueda, cada velada de insomnio preguntándose dónde estarán.
Hay quienes hablan y se llenan la boca criticando su personalidad, quisiera saber qué harían o qué hubiesen hecho en ese momento o en esta situación. Ella es una mujer que perdió lo más preciado de la vida y nunca más lo recuperó; ojalá encuentre consuelo para afrontar su dolor.

Detrás de todo pueblo hay grandes mujeres

Paris Manuel Idiart Alfano
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


La tenacidad, resistencia, fortaleza y el sentido más amplio de la protección de la vida misma pueden encontrarse por ejemplo en mujeres como Milagros Salas, dirigente del movimiento social Tupac Amaru.
Mujer que lleva en su sangre las ansias de justicia del pueblo originario, multi-étnico que fue cuasi exterminado por la barbarie civilizada desde hace 500 años, desde la conquista de América. Desde entonces marginados, encontraron en Milagros la reivindicación de sus derechos legítimos y naturales de pertenencia a la madre tierra, que como dirigente no tiene nada que envidiar por ejemplo a Evo Morales.
Tiene la fortaleza que se requiere para liderar un grupo, es también genuinamente representante de los ‘indios’ desposeídos, humildes y olvidados históricamente por la mayoría de los gobiernos del país. La desigualdad de género no frena al liderazgo de Salas, como tampoco es obstáculo para su trabajo social.
Hacen falta muchas más como Milagros para combatir el machismo encarnado no sólo en el país sino en el mismo sistema global.
Su ejemplo se suma al de millones de mujeres anónimas que luchan día a día, mes a mes, por la dignidad de sus hijos y de su pueblo.

La argentinidad

Camilo Repoll
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


La argentinidad del pueblo
Trataré de explicar en estos versos,
Aunque sinceramente confieso
Que es muy difícil escribir sobre eso,
El pueblo es muy diverso
Y la argentinidad es precisamente eso.

Nos une el dulce de leche y el mate
También los sufrimientos de antes
Como una patria en remate
Con presidentes ausentes,
Golpes de estado tuvimos
Y casi desaparecimos.

Tuvimos buenos tiempos
En las épocas de Yrigoyen y Perón,
El pueblo como un puño salió
Y de la calle se apropió,
La calle un buen ejemplo puede ser
Para explicar nuestra argentinidad.

En la calle nos encontramos
Juntos mano a mano,
Atrás algunas antinomias dejamos
Gracias a la unidad como hermanos
Finalmente el pueblo unido estuvo
Era el pueblo de Perón junto al del peludo.

En el gobierno de Perón
La antinomia predominó
Braden o Perón dijo el general
Y el trabajador lo eligió,
La oligarquía lo odió
Y al golpe le dio por nombre la revolución

Esa es la mezcla de nuestra identidad,
Entre los del Yrigoyenismo
Los que después conformaron el Peronismo
Los que resistieron y en el 69 estuvieron
Esos mismos que hoy se unieron
Bajo viejas banderas que hoy levanta el Kirchnerismo.

Los pobres, ricos

Natalia Streitenberger
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Sabía que algo malo había ocurrido. No sabía bien qué, pero por los comentarios que habían llegado a mí el día anterior, no parecía nada bueno.
Me encaminé a la casa de mi amigo de toda la vida; él seguramente sabía algo más que yo.
Al despertarlo de la noche anterior, me dijo de mala gana que había tiempo de poner la pava sobre la hornalla.
Tomé unos mates antes de divisar al recién amanecido que ingresaba por la puerta de la cocina.
-Alcanzáme uno que ya salimos, te explico en el camino- me gritó deslizándose por la salida.
Me explicó que al General lo habían encerrado, que era injusto, que luchaba por nosotros y que ahora el pueblo le iba a responder de la misma manera.
-¿A pata?- le pregunté casi sorprendido al escuchar el plan que se me atribuía al día.
-Son unas cuadras nomás- explicó seguro mi compañero. Pensé en El Libertador del pueblo, aquel que me había dado a mí, y a mi familia, un futuro; y no lo dudé un segundo.
A medida que las cuadras transcurrían, se sumaban más personas, ansiosas por apoyar a nuestro honorable líder.
Pasaron las horas y si mis pies respondían se debía a una causa mucho mayor que mi bienestar.
Miles o cientos –lo que a mi parecían millones- voces se nos unieron en nuestro cometido, y al llegar a Capital sentimos cómo se nos inflaba el pecho.
Ardían nuestras plantas entre la lona y el cuero de las zapatillas, que encontraron alivio en lo que pareció un manantial de agua cristalina.
Nuestros pies se calmaron, no así nuestras almas. El orgullo latía en nuestro ser, pujando por salir, amenazando por gritar; colándose en cada músculo, ferviente de liberación.
Logré instalarme en el centro de la multitud, no lograba avistar al que me había informado esa mañana del acontecimiento; pero eso ya no me importaba.
Ahora tenía miles de amigos, cientos de hermanos; nuestras venas compartían la misma sangre anhelante justiciera.
A pesar del choque de nuestros cuerpos en ebullición, me sentía cómodo, tranquilo de estar DE ÉSTE LADO.
Pensé en aquellos que estarían cómodamente recostados en sus futones, en esos que los tratarían de chusma lastimera, de pobres sin valor moral; y sintió pena.
Pena y asco. Seguramente se mofarían de su “tan” absurda caminata, sin sentido honrado, con nuestras gargantas en petición de excarcelación.
Pobres; pobres hombres presos del lujo, sin convicción propia, sin ideales que defender.
Erguí mi cabeza y me sentí lleno y rico. Lágrimas ¡PERONISTAS! de pasión rodaron por mis mejillas al mismo tiempo que estallaba:
-¡Liberen a Perón!-

¿Periodismo u oposición?

Martín Mazzoleni
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


En tiempos pasados esta pregunta parecía mal formulada, como si se estuviesen mezclando dos esferas que se presumían independientes: el periodismo y el ejercicio del poder político. Los analistas se proclamaban objetivos e independientes en la ferviente tarea de comunicar "la realidad". Sin embargo, Las innovaciones en las tecnologías de la comunicación multiplicaron las voces y en forma proporcional aumentaron las realidades contadas. Diversas fueron las subjetividades escondidas detrás del velo de la neutralidad.
Lo novedoso de la época actual es el corrimiento, voluntario o forzoso, de ese manto de objetividad que antes significaba el oprobio para el descubierto. Muchos comunicadores anuncian sus afinidades partidarias y despojan del manto a quienes trabajan bajo lógica empresarial de tipo monopólica. El periodismo militante gana terreno en desmedro de la imparcialidad. Cada vez son más los que saben que implícita o explícitamente los mensajes son construcciones y no fieles espejos de la realidad.
El desencadenamiento de este proceso tuvo varios posibles detonantes. La crisis del 2001 hizo que la sociedad se desengañe sobre la realidad que se solía mostrar y que no concordaba con aquella que estalló a los ojos de todos. Además, los recientes conflictos entre poderosas corporaciones y el gobierno que efectuó medidas que desafiaron sus devoradoras ansias de rentabilidad dejaron al descubierto a quienes comenzaron ataques sistemáticos contra la autoridad. Cabe destacar el impulso oficial de la Ley de Servicios Audiovisuales que afectó el corazón de las corporaciones mediáticas, y ya no sólo negocios terciarios de sus múltiples tentáculos.
Actualmente, el primer paso en la asunción de una explícita, y filosóficamente necesaria, posición política la dieron quienes se adscribieron en la línea del gobierno kirchnerista. Quizás sea esa una revolución comunicacional que le permitió torcerle el brazo a las corporaciones que deslegitimaban gobiernos a través de la instalación de discursos dominantes. Muchos de los opositores aún se aferran al velo que esconde los intereses que motorizan sus prácticas.
En particular, no creo que el desarrollo de la actividad sea sólo posible en la dualidad oficialismo u oposición. La afinidad partidaria jamás debe apagar la conciencia crítica ya que, de lo contrario, se haría propaganda en nombre del periodismo, lo que significaría caer en otra trampa como la de la objetividad. El periodista debe tener como valor máximo una inquebrantable militancia ideológica que no puede contradecir en su práctica.

Mi SER superior

Florencia Marchesi
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


“Vos no sos nada sin ella”, eso es lo que dicen los de afuera. Y sí, es verdad, yo no soy nada si ella no está al lado mío todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches.
Que me cocina milanesas y me lava las zapatillas como toda madre, eso es mentira, es más, ella no es la reina del arte culinaria, sino todo lo contrario, el que se encarga de la comida es mi padre; y eso de que me limpia las cosas también te lo puedo discutir.
Esa es mi madre, la anti-cocina y la anti-limpieza. Pero así me crió y así también le agradezco, por enseñarme todos aquellos valores que una madre le puede inculcar a una hija. Desde chiquita me enseño a decir buenos días cuando entraba a algún lugar, a pedir perdón cuando era necesario, y a dar las gracias en determinadas circunstancias.
Ella me preparó para afrontar a la vida con la cabeza bien alta, nunca gacha. Me explicó desde pequeña que en la vida uno puede tropezar miles de veces, pero que esos tropiezos significan enseñazas, aprendizajes. Y que perder una batalla no significa perder una guerra. Esos son los fundamentos que tiene ante la vida. Y mirá que la sufrimos con la vieja. Hemos perdido cada batalla, pero acá estamos, firmes y más unidas que nunca.
Algún día, si llegó a ser madre, espero poder seguir el ejemplo de ella, poder ofrecerle a mi hija todos esos tesoros que me enseñó a respetar y a cuidar desde chiquita y poder trasmitírselo de una forma tan simple y verosímil como mi mamá hizo conmigo.
Es una persona que la luchó y la sigue luchando, tiene un dios a parte. Ella siempre se levanta con una sonrisa, y el día que eso no sucede es porque verdaderamente pasa algo grave. Te levanta el ánimo como sea, si no es con un chiste, te transforma como por arte de magia noticias feas, en hechos simples y con solución.
Puedo decir que mi madre es única y no me siento mal al decirlo. No me podría imaginar con otra madre. De verdad, no sería yo.
Entre ella y yo hay una formula química que da un resultado perfecto; madre-hija. Estamos unidas más allá de la sangre. Una unión que no se puede explicar, pero que existe mucho antes de que yo estuviera en su vientre.
No es una mujer pública, pero me encantaría y me pondría orgullosa de que todos conozcan a mi madre tal cual es: loca, divertida y siempre fiel a sus convicciones.
Ese es mí ser superior y yo soy un fiel reflejo.

Nosotros los trabajadores

Facundo Arce
Taller de Comprensión y Producción de Textos II



Compañeros, muchas veces durante nuestra historia hemos sido maltratados y discriminados por los señores de la alta sociedad. Esos ‘señores’, como se hacen llamar, no merecen ningún respeto por lo menos de mi parte, porque ofenden la moral y las costumbres de nosotros los trabajadores.
Yo les quiero hacer saber que los trabajadores, todos nosotros, incluyo a los trabajadores portuarios que también se están organizando somos los que venimos y ponemos nuestros cuerpos y al final de doce, quince horas de trabajo hacemos girar la rueda de este capitalismo salvaje que no solamente nos explota cada vez más sino que jamás recibimos una recompensa por lo producido.
Separados de nuestras familias, no pudiendo ver crecer a nuestros hijos, porque muchos de nosotros además trabajamos en doble turno para darle un buen pasar económico a nuestros seres queridos, de lunes a lunes sin un descanso para llevar a pasear a los nuestros, compañeros, eso no es vida.
Por eso les propongo que este día lo tomemos como un descanso, pero no para ir a nuestras casas, para hacerle entrar en razón a nuestros patrones capitalistas que si todos nosotros nos detenemos, se detiene la producción.
Compañeros, les propongo una huelga en donde todos nosotros bloquearemos la entrada y salida de materia prima y producto terminado, haciendo un llamado en esta acción nada más y nada menos que para pedir una jornada de ocho horas, aumentos de entre el 20 y 40 % y el descanso dominical señores, que nos aleja un poco del trato como animales que hasta ahora hemos venido sufriendo, y nos acerca a una mejora en la calidad de vida de todos los trabajadores.

El dueño del balcón

Roberto Cardoso
Taller de Comprensión y Producción de Textos II


Desde muy temprano estaba preparado para marchar. El día anterior, en el frigorífico se había resuelto ir a Buenos Aires, a la Plaza, a rescatar a Perón.
Entonces había que levantarse a la misma hora que si fuéramos al trabajo, con la diferencia que esta vez no estaríamos entre las reses, y sí entre los trabajadores con los que veíamos peligrar las últimas conquistas obreras otorgadas desde la Secretaría de Trabajo.
Muchos no teníamos la idea de lo que era o significaba marchar, es decir, cómo nos organizaríamos, nos ordenaríamos y nos trasladaríamos. Luego uno descubre que las cosas se dan sobre la marcha, ordenarse es entre todos y viajar es en lo que se pueda. Las consignas eran muy pocas pero se gritaban constantemente: “La vida por Perón” ó “Perón, Perón”.
Y hacia allí marchábamos, con nuestra ropa de trabajadores. Era un día de calor y de color. Nunca antes había estado en Buenos Aires, pero no había tiempo para paisajes o para intentar conocer lo desconocido. Era una travesía con un destino concreto y con un objetivo meditado: reponer al General, restituirlo en sus tareas. Y allí estábamos, esperando a que nos lo devolvieran. De lo tarde que se hizo a la noche, cada vez éramos más y a cada momento se gritaba con más ganas. Y de repente, de la noche se hizo la luz, su figura en el balcón, su silencio, sus sonrisas, sus brazos levantados y su primera palabra: “Compañeros…”