lunes, 8 de noviembre de 2010

El macabro plan de la dictadura

Por Lucía Zovich
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Año 2010


“Los argentinos somos derechos y humanos”. Mensaje más errado y aborrecible no puede circular pegado en el vidrio de cada auto, mezclándose con la celeste y blanca.
El nefasto gobierno de Jorge Rafael Videla intenta cubrir con la enorme careta mundialista la muerte y la sangre que corren por las calles como la serpentina y el papel picado. Indudablemente este desesperado manotazo de ahogado intenta sofocar aquellas auras de pensamiento que se empiezan a encender en Europa y que comienzan a mirar al país con otros ojos.
Muchos colegas, muchos traidores, publican historias falsas de futbolistas maravillados con la “tranquilidad y belleza de esta Copa de la paz”. De los que descansan en paz deberían hablar, pero claro, ello implicaría explicar a los más de 30 000 desaparecidos que faltan de sus casas, de los centros clandestinos, de la picana eléctrica, de los muertos flotando en el río.
Pero como quien sí quisiera la cosa, de un día para el otro apareció el argentinismo en el portero y en el militar. Una sensación de identidad. Una necesidad de reunión, alegría y euforia era lo que precisaban todos, los de adentro y los de afuera. Es una lástima que con la misma fuerza con que se grita, se calle.




De tanto grito ya nos quedamos sordos. Mientras una compañera da a luz en la penumbra de ventanas sucias y enrejadas, un “subversivo” amigo recibe el impacto de una patada con la misma fuerza que Kempes goleaba a los holandeses. ¿Dónde están los derechos?
De humanidad nos queda poco, la indiferencia mata las pocas células de vida que se resisten al exterminio. La lucha organizada está agonizando, aplastada por la euforia del momento, por la felicidad efímera que nos deja la copa del mundo. Al regresar a casa no tenemos nada.
Desde aquí seguirá el apoyo a aquellas valientes de pañuelo blanco que giran dentro del único círculo vicioso que busca y reclama paz, que gana voces pero no micrófonos.

Editorial




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