lunes, 30 de mayo de 2011

Cartón y Fernandito

Tadeo Moirano Posse
Redacción Periodística
Tecnicatura Superior en Periodismo Deportivo


Los pensamientos se entrecruzaban en la madrugada invernal platense. La luna seguía en el cielo. Sentados sobre un descolorido banco de Plaza Moreno, tomaban una etílica sustancia “El Desqui” y Salvador.

- ¡La puta madre! ¡Mirá el frío que hace! – bramó “El desqui”, mientras se frotaba las manos y exclamaba, con aire jubiloso, su magnífica idea de traer ese “Fernandito” para cuando parasen a descansar.

- Yo te dije que iba a hacer frío, Desqui. Lo escuché tempranito antes de cambiarme para venir a “cartonear”.

“El desqui” lo observó detenidamente de pies a cabeza. Se puso serio, tomó un trago de su aperitivo y, con tono irónico, preguntó:

-¿Estás seguro que te cambiaste, boludo?

Salvador miró sus ropas buscando algún detalle. Quizás alguna media o un guante que le faltaba. Todo estaba en su lugar. Evidentemente, había hecho referencia a la ropa sucia y harapienta que llevaba puesta su compañero.

- ¿Sos gracioso Desqui? – exclamó Salvador. Segundos después, le propició un golpecito con su mano extendida en la nuca del comediante.

Ambos comenzaron a reírse. Pero esa risa escondía algo. No denotaba felicidad en aquellos dos cartoneros ebrios que, muy a su pesar, trabajaban quince horas diarias por unos escasos pesos. Había algo más. Tal vez era un desahogo, una bronca acumulada que se transformaba en una incontrolable risa.

-Allá- señalando el imponente Palacio Municipal- debe estar el intendente tomándose un “whiscacho” de buena cosecha y con un par de minitas- exclamó “El desqui”.

- ¡Los de cosecha son los vinos, bestia! Además, ¿de verdad vos pensás que el intendente está trabajando a esta hora? – dijo con un tono molesto Salvador, mientras tomaba el último sorbo de “Fernandito” que quedaba en la botella.

- ¡Sí, boludo! Es el intendente– fundamentó “El desqui”, mientras miraba con desazón el interior de la botella. –Seguro que está laburando ahora, y se debe levantar más temprano que nosotros ¿O no es así, Salva?

Esa revelación desencadenó en una mirada atónita de Salvador, que no comprendía las palabras de su desafortunado amigo.

- Vos tomás un poco y empezás a decir boludeces- enfatizó exacerbado - El tipo no está ahí ahora; está durmiendo. Nosotros somos los únicos “dolobus” que nos levantamos a esta hora a laburar. ¡Los únicos!

Su compañero agachó la cabeza pero, vertiginosamente, debió levantarla para seguir escuchando a su encolerizado, casi poseído, colega cartonero. La situación hubiese amedrentado a cualquier alma que pase por allí. Pero no había nadie en la plaza.

- ¿Y qué recibimos a cambio? Una miseria. Nada, diría yo. Trabajamos más que otras personas y a apenas nos alcanza para comer. No tenemos nada. ¿Vos creés que ese gil trabaja más que nosotros?

- ¿Y cómo cambiar todo esto, Salva?

- Con esfuerzo de todas las partes, quizás. Pero ir contra el sistema es como ir contra un molino con una lanza. Es muy difícil.

- ¿Qué carajo es el sistema?- preguntó con el entrecejo levantado “El desqui”.

- Otro día te explico, Desqui. Vamos que ya está saliendo el sol.

Y ambos se perdieron en la inmensidad de Plaza Moreno.

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