lunes, 30 de mayo de 2011

Ningún pibe nace chorro

Por María Julia Lastra
Taller de Comprensión y Producción de Textos I


-Todos al piso y si alguien se mueve le vuelo la cabeza- dijo el joven agitando el arma. –Vamos a llevarnos todo el dinero.
Se escuchaba a alguien murmurar. Era una mujer gordita, con un saco de lana salmón, perlas en las orejas y un rosario en el cuello. Entre sollozos, oraba el padre nuestro. Luego, siguió con el Ave María.
-¡Pibe!- lo llamó un hombre. – Si lo que querés es dinero, yo tengo mucho, puedo dártelo pero por favor no me mates- suplicó el señor Hertz, un importante empresario.
-Yo sólo te pido que no llames mucho la atención, porque si llegan a venir los medios es mala campaña para mí. Pero podemos llegar a un acuerdo- le sugirió Francisco Baggio, el candidato a Jefe de Gobierno.
-¡Oh Dios todopoderoso, protégenos!- gritó la catequista después que dejo de rezar.
El muchacho no les prestó atención, sólo les apuntaba con la pistola. Yo, callada, observaba desde un rincón. Aquel rostro me parecía familiar. Pero la sombra de la capucha del buzo no me dejaba ver bien.
-Tengo un rolex, podés quedártelo y venderlo- dijo Hertz extendiendo aquel carísimo artículo.
-Puedo conseguirte vivienda y un trabajo si nos dejas ir- le ofreció Baggio.
-Tengo casa y laburo- manifestó él.
-¡¿Y para qué mierda hacer esto entonces?! ¡Drogadicto de porquería!- le gritó el empresario. –Maldito villero- dijo en voz baja.
El joven le puso el arma en la sien y le aconsejó que se callara. Su voz me era conocida, la había escuchado antes. Estornudé y él me miro.
-¿Natalia? ¿sos vos?- me preguntó al darse cuenta de mi presencia. -Soy El Chori, Nicolás- aclaró.
Aquel chico había sido compañero de la escuela de mi hermano. Había dejado el colegio en tercer año y nunca más lo habíamos vuelto a ver. Era una buena persona, de una familia humilde pero trabajadora. ¿Qué le había ocurrido? ¿Había caído en las drogas?, me pregunté.
-El Mati está muy enfermo-, me contó con lágrimas en los ojos. –No podemos pagar su tratamiento, sabes que no tenemos obra social. Perdón pero necesitamos el dinero.
-Hay otras formas de conseguirlo, podes hacer un llamado a la solidaridad- le sugerí. Me sonrió y bajo la mirada.
-Si parás con esto ahora podemos ayudarte a conseguir la plata y salir de este lío- le dijo el político.
Nicolás dejó el arma y le gritó a sus compañeros que dejen todo, que lo que hacía no estaba bien. Se acercó a mí y me abrazó-. Lloraba desconsoladamente. Seguía siendo aquel niño sensible y de buen corazón que yo había conocido años atrás.
El hombre de seguridad del banco se levantó lentamente y sin que nadie se diera cuenta, le disparó. Fue muy triste cuando tuve que contarle a mi hermano que El Chori murió en mis brazos. Hice yo el llamado a la solidaridad a través de los medios. La familia de Matías consiguió la suma que necesitaban y él pudo ser trasladado a estados Unidos para ser tratado.
Baggio, Hertz, la catequista y el de seguridad hablaron barbaridades de ese muchacho, que desesperado porque su hermano iba a morir, decidió robar.

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