miércoles, 18 de agosto de 2010

Contracorriente

Por Julieta Rabitti
Taller de Comprensión y Producción de Textos I
Año 2010


Oliver no iba a olvidar nunca esa semana en la que, después de tanta agonía, su vida dio un gran vuelco. De estar con una banda de ladrones encubiertos, pasó a una casa donde se encontraba una familia que lo llenó de amor, para luego volver a encontrarse con la cruel realidad de la calle donde la dueña era la miseria.
Vivir estas dos realidades tan diferentes una de la otra y en un lapso tan corto de tiempo, le generó un gran desconcierto y marcó el rumbo de su vida.
El haber tenido la dicha de ser encontrado por aquella familia que durante mucho tiempo lo cuidó y educó, le permitió a Oliver crecer y sentirse una persona afortunada, a pesar de las pérdidas y sufrimientos que había padecido. Al fin se sintió una persona feliz, pero no podía borrar de su memoria a aquellos chicos que no habían corrido su misma suerte y que habían quedado a la buena de Dios, como lo había estado él durante mucho tiempo. En algunos momentos esto le provocaba una culpa que le invadía el corazón. A medida que crecía, ese recuerdo y esa culpa se acrecentaban porque además de no olvidar, veía que en el mundo, esa situación se expandía cada vez con más fuerza.
Frente a todo esto, y sabiendo que él sí contaba ahora con el respaldo de una familia, decidió poner un orfanato y terminar el resto de su vida trabajando para una causa que sirviera para reparar, de alguna manera, el dolor que otros tantos chicos al igual que él habían tenido la desgracia de padecer, por haber quedado huérfanos. Decidió ir a contracorriente y apostar a mejorar más el mundo humano que el material.

1 comentario:

  1. Muy buen trabajo Rabitti. Como siempre te esmerás y ponés lo mejor de vos

    ResponderEliminar