martes, 7 de septiembre de 2010

Carta abierta a un político

Por Jessica Noguera
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Año 2010


Antes de empezar voy a pedir un aplauso para todos aquellos políticos que fueron capaces de vender nuestro país a costa de la confianza que les cedimos en las urnas. No es tarea fácil administrar una nación, lo sé. Por eso tomaron el camino más fácil y le dieron el poder a otros, a los de afuera, ubicados bien lejos, mas allá del océano y los mares.
Nos es un reproche, los felicito. Yo practico política, y gracias a ellos, nadie cree en la misma. Pero quiero hacerles una pregunta a todos aquellos que tienen como carácter idiosincrático mentir en la cara a todo un pueblo, retomando y “reivindicando” a esas heridas abiertas y los dolores que sufrió. Agarrándose de eso, diciendo que lo recuerdan y que lo van a cambiar, en un tono destacado por la ironía y el cinismo más puro y maravilloso.
Felicito a todos aquellos capaces de convencer con una imagen, con un discurso escrito por otro, con una historia de vida inventada, construida. A todos aquellos capaces de poner cara de póker, cuando son descubiertos y de hacer oídos sordos cuando habla el pueblo, “ese pueblo del cual vienen”. A los demagogos, los clientelistas, los conformistas. A los que sigan a rajatabla la filosofía de que “el fin justifica los medios”, sus medios y hacen todo lo posible por lograr sus objetivos y no perder de vista sus intereses.
Felicito a todos aquellos que por un par de votos ( que los ayudan a tener ese poder tan deseado) salen de sus casas en barrios cerrados y por unas horas se meten en villas, besan a un nen, se embarran los “Ricky Sarkany”, lloran lágrimas de cocodrilo y abrazan un anciano; obviamente frente a los medios que forman parte de su gran patrimonio.
Señores, no quiero que se sientan ofendidos ni mucho menos, si ustedes no son esa clase de políticos. Solamente quiero felicitarlos porque, como ciudadana que practica política, no pude desarrollar esas maravillosas cualidades que ustedes tienen. Me gustaría que me tiren algún truco para poder hacerlo. Porque también tengo objetivos, quiero que América Latina esté unida, pero la gente no me tiene mucha confianza. Gracias a ustedes no creen más en política. Les pido ayuda porque entiendo la política de otra forma y la defiendo. Pero ahora que lo pienso bien, no necesito poder para lograr la patria liberada y latinoamericanista, ese deseo lo lleva el pueblo en sus venas y solito se va a encargar de lograrlo. Esa es la herencia que dejaron ustedes.
Lo puede imaginar, señor, sentirlo en su gran sala, poniendo cara de póker y con un diario “La Nación” al lado. Espero que no lo asuste que el pueblo se organice, ¿No teníamos los mismos intereses?

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