miércoles, 29 de septiembre de 2010

Dos líderes espirituales

Por Guadalupe Reboredo
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Año 2010



Gol de Alemania. Los rostros del bar se contraen en señal de sufrimiento. Uno de los allí presentes exclama “¡No importa, muchacho! Podemos darlo vuelta”, a lo que sus compañeros responden con débiles sonrisas, alguno continúa flameando la bandera.
- Qué barbaridad, habrase visto con piernas tan largas, estos alemanes parecen imparables- comentó una mujer desde una mesa al compañero que tiene enfrente.
- Por favor, aún no hemos visto nada. Nuestros muchachos han viajada para cumplir con su deber. Esta tierra tiene sed de gloria…
- Tiene sed querrás decir, y hambre, por supuesta.
- Señora Eva, no sea tan pesimista, mire el partido sin sufrir por su pueblo.
- Es que me resulta imposible, Juan Manuel, yo no sé cómo lo hacés. Ya sé que hace años que dejamos el poder en manos de otros, sé que debemos ocultarnos si no queremos terminar en un circo o en un museo, pero a veces me encantaría cambiar de rostro, como Michael Jackson, y circular sin problema. Militaría en el Partido Justicialista, claro y me encargaría de buscar a todos los cerdos que se aprovecharon de mi cuerpo- la voz se le empezó a quebrar.
- Eva, señora, Por favor no se deprima- Rosas hablaba pero no podía quitar los ojos de la pantalla- Tal vez no seamos activos, tal vez no podamos cambiar la historia nuevamente, pero podemos estar seguro de que fuimos íconos humildes, y si las fuerzas divinas nos permitieron seguir transitando por estas tierras, será porque aún quedan misiones que cumplir- se agarró la cabeza con las manos- Casi gol, estuvo tan cerca.
- Entiendo lo que decís- Eva miraba su taza de café pero no bebía- pero es que mi fe comienza a amainar. Ya viste lo que es la oposición, Juan Manuel. El país está cada vez más complicado. No sabés las ganas que tengo de abrazar a Cristina. Le daría todo mi apoyo para que soporte las duras críticas.
Risas de niños se escucharon desde afuera. Las ventadas del bar mostraron un curso de primaria que cruzaba la calle de la mano de sus maestras. Se tomaban de una soga para no perderse, y entonaban una canción de melodía pegadiza que nombraba a Sarmiento como un héroe de la patria.
- Me habría gustado tener niños- dijo Evita en tono lúgubre.
- ¿Para mandarlos a la escuelo de Domingo Faustino?- preguntó su acompañante con ironía- Ese hombre no debería ser ícono. Odiaba a este pueblo, al gaucho, al obrero argentino. Creía sólo en Europa y el iluminismo, y para él, aquí sólo había basura. Me defenestró en sus escritos el bendito Sarmiento. Lo peor para un gobernante no son los opositores sino los intelectuales opositores, y más si son brillantes en su manera de escribir. Encima su rostro decora el billete de cincuenta.
- ¿Creés que no pasé por eso? No fue fácil enfrentar las críticas de Borges ni de Cortázar. “La fiesta del monstruo” de Borges y su amigo Bioy Casares, es una verdadera bararidad, pero compra, claro, seduce. Ni hablar de Cortázar y su “Casa tomada”- Argentina casi mete un gol, está terminando el primer tiempo- Me pregunto qué dirá Borges de los Kirchner. Probablemente se habría puesto en contra de la nueva ley de radiodifusión-
- Si en su época escribió con Bioy Casares, supongo que ahora escribiría con Grondona- apuntó Juan Manuel de Rosas. Eva Perón sonrió.
Terminó el primer tiempo. La pantalla mostró las tribunas de Sudáfrica, donde miles de rostros que alentaban a los diferentes equipos se veían tan nerviosos y emocionados como los propios jugadores.
- ¡Juan Manuel, mirá!- lo tomó del brazo.
- ¿Qué sucede, señora?
- ¡Es Anselmo, en la tribuna! ¿Te acordás de él?- Eva lo iluminó con su sonrisa y Rosas recordó una foto famosísima de la líder del pueblo espiritual argentino protectora de los humildes.
- ¿Anselmo Iglesias, señora?
- El mismo, aquel que murió junto a su hermano por defender a este suelo enarbolando las banderas del peronismo. Hasta se había atrevido a pintar el símbolo que refería al regreso al país de mi marido.
- ¿Y ahora está en Sudáfrica? ¿Por qué no fuimos nosotros?
- Nuestra misión es permanecer aquí, ¿recordás? Vos mismo lo dijiste. Nunca abandonaré a mis descamisados. Anselmo viajó para apoyar a la Selección y también a Maradona. ¿Sabías que Maradona defendió la medida de estatización del fútbol?
- Claro que lo sabía. ¿Pido un tostado?
Evita y Juan Manuel esperaron la segunda parte del partido entre jugo de naranja, tostado y medialunas. Charlaron de cuestiones algo más banales como de su encuentro casual con Hitler, en Bariloche, o de cuando reconocieron al empresario Yabrán en las playas de Pinamar. No se habían relacionado con ninguno de los dos porque los separaban grandes distancias de ideología, pero se sorprendieron al encontrar otros “muertos vivos”, de esos que siguen recorriendo la Tierra.
Cuando comenzó la segunda parte del partido, la gente del bar había perdido bastante el entusiasmo. La selección alemana superaba ampliamente al seleccionado argentino a pesar de que este contara con excelentes jugadores. Juan Manuel y Evita miraban, expectantes.
Minutos antes del segundo gol alemán, un hombre de alrededor de cuarenta años ingresó al bar. Con un aire misterioso y expresión de típico porteño, se acercó a la mesa de Rosas y Eva Perón y se sentó sin decir nada. Resonó el “uh” general de los argentinos que padecían el segundo gol. Eva y Juan Manuel miraron al recién llegado.
- No saben quién soy, no se preocupen- dijo levantando las manos en señal de entendimiento- Ni siquiera yo puedo definirme con un nombre. Me cuesta trabajo explicar de dónde vengo porque he sido creado por un hombre, un autor que intentó definir el ser nacional en mí, en el Hombre de Corrientes y Esmeralda.
Evita le alcanzó un vaso de jugo y le ofreció una medialuna, el hombre aceptó.
- Acepto su invitación y agradezco su calidez. Mi creador, Scalabrini Ortiz, advirtió que los argentinos eran cálidos y buenos amigos- miró a la pantalla- Yo no soy un hombre sino muchos, soy la representación del ser nacional y he venido a advertir lo que piensa gran parte del pueblo. Hoy el equipo argentino perderá por cuatro a cero, y las críticas y burlas serán monstruosas, no sólo desde el exterior sino desde nuestra propia tierra. La oposición atacará con toda su ferocidad aprovechando la desilusión general y ahí será el turno de ustedes. No abandonen esta tierra y den fuerzas a quienes busquen el bienestar general, pues se acercan tiempos difíciles y necesitamos de la ayuda de todos. Hablen en los sueños de la gente es un arma legal para los que transitamos a escondidas. Apoyen al país y denle solidez al ser nacional- se levantó de la silla antes del tercer gol- Yo por mi parte, me dedicaré a esperar, y por supuesto, estaré solo.
El Hombre de Corrientes y Esmeralda se marchó del bar. Evita y Juan Manuel se miraron.
- Me han sucedido cosas extrañas- comentó Rosas- pero nunca algo así.
Cuando terminó el partido, que efectivamente salió cuatro a cero a favor del contrario, los próceres se marcharon del bar, bien abrigados.
- ¿Creés que habrá que ponerse en campaña?
- Sí, lo creo, Juan Manuel. El destino no puede quedar librado al azar. Defenderé mi patria como una madre defiende a su hijo.
- Entonces yo estaré contigo.
Eva Perón y Rosas pasaron frente a una inscripción de “Perón vuelve” que vestía una pared de San Telmo. Evita sonrió.

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