lunes, 31 de mayo de 2010

El extraño caso de Rocío Guevara

Por María Emilia Cepeda

Taller de Producción y Comprensión de Textos I – Tecnicatura en Periodismo Deportivo

2010

Rocío Guevara, de unos 24 años de edad, cursaba el cuarto año de la carrera de Ciencias Económicas y era una excelente alumna. Provenía de una familia bien acomodada y reconocida en la ciudad de La Plata.

Un viernes de Mayo, salía de cursar y se dirigía al cumpleaños de una de sus mejores amigas, Carla. Al llegar al domicilio, donde la esperaban para comer, se detuvo a mirar la figura de un hombre que nunca antes había visto. Su cabello rubio y sus ojos verdes no le permitían concentrarse en otra cosa.

Al hacerse las doce, Carla decidió concurrir a uno de los bares mas populares de la ciudad por lo que no obtuvo alguna negación.

Pasaba la noche y casi en su fin, el joven de figura atractiva, Leo, se le acerca a Rocío y sin mediar palabra alguna sabía que había obtenido su conquista. Entre copa y copa y ante la insistente invitación de Leo de llevarla a su casa a tomar algo la inocente mujer accedió. Los nervios y la adrenalina corrían por su cuerpo, su sangre se paralizaba y su respiración se aceleraba.

En ese cuarto pequeño y de ambiente cálido, había pasado una de sus mejores noches. Al despertarse, miró a su alrededor. La habitación se encontraba vacía y hondaba en ella un gran silencio. Se levantó decidida a ir al baño y al encontrarse frente al espejo se vio unas manchas que cubrían todo su cuerpo, desesperada y ante su asombro, decició ir al hospital que se encontraba a pocas cuadras.

Una vez sentada en la camilla de la sala médica y ante la cara pálida del doctor que la atendió, Rocío con una voz muy fina y casi sin aliento le dijo:

-¿Qué tengo doctor?

- No quiero que te alarmes pero lo que tienes yo pensé que sólo era un mito urbano. Las manchas de tu cuerpo y rostro son causa de una transmisión sexual-argumentó el médico.

- No entiendo doctor, ¿Qué quiere decir?- Preguntó Rocío con su rostro emblanquecido y la voz entre cortada.

- La enfermedad que posees, para ser claro, es por causa de una transmisión sexual que proviene de tener relaciones sexuales con muertos.

El rostro de Rocío se petrificó por completo y después de unos minutos logró volver en sí. Desesperada fue a la comisaría de la zona y erradicó la denuncia. Pocas horas más tarde, cuatro patrulleros se encontraban allanando el lugar del hecho.

En su interior se encontraba, debajo de la cama y enterrado, un cadáver en un gran estado de descomposición.

Aún, hasta el día de hoy, no pudieron dar con el paradero de Leo. Nadie pudo aportar datos al respecto, dicen que el joven habría abandonado la ciudad sin dejar pista alguna.

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