martes, 18 de mayo de 2010

.

Por Sebastián Bertelli

Taller de Comprensión y Producción de Textos II

Año 2010

Beruti llamó a la criada y mandó a calentar nuevamente el agua. Mientras tanto, el silencio se había apoderado del recinto, incluso podía oírse el crepitar de los leños sobre los que ardía la pava. Por su parte, el clima seguía sin acompañar a los patriotas, la lluvia aún persistía.

La conversación se reanudó, pero esta vez más distendida, y en torno a situaciones sumamente banales. El mate volvió a enfriarse, por lo que el anfitrión lo dejó en un costado apartado de la mesa y se dirigió a una vitrina. De allí extrajo un whisky de origen inglés junto con dos vasos. Empezaba a verter la bebida sobre los recipientes de vidrio cuando vio que una diligencia se detenía justo delante de su casa. Era el tendero.

Uno de los sirvientes fue a atender la puerta, pero Beruti se le adelantó, y lo despachó hacia otra habitación. Sabía bien que del otro lado de la puerta se encontraba Juan López de García. No obstante, pese a esto, fingió sorpresa.

López no esperaba verte por aquí- dijo con una falsa sonrisa.

-No deberías sorprenderte, sabes bien que tiene una deuda pendiente- contestó el comerciante, al tiempo que entraba y se quitaba la galera.

Bien, bien, pasa entonces-.

French yacía plácidamente sobre un sillón, y no se molestó en saludar al recién llegado.

No tiene sentido andar con rodeos- dijo López- quiero mi dinero.

Sabes bien que así no fue el arreglo- apuntó French.

O en última instancia, cobráselo a la primera junta- acompañó Beruti.

El negocio fue con ustedes. A mi no me importa si es por el bien de la patria o no. Cumplí con mi parte, ahora cumplan con la suya-.

Ninguno de los dos patriotas logró doblar la voluntad del tendero. Sin más remedio, Beruti pagó todo lo que reclamaba el viejo estafador. Finalmente, con una sonrisa dibujada en la cara, y saboreando en cada palabra la victoria, se dispuso a irse. Tomó su galera y encaró la puerta.

Sin embargo nunca concretó el trayecto: se oyó un estallido, y dos segundos después el cuerpo dio contra el suelo, casi en el mismo momento en que un hilo de sangre comenzaba a brotar de sus sienes y teñía sus cabellos de rojo.

- Sabes bien que concuerdo con Moreno: para lograr la patria que queremos, no importa la sangre que haya que derramar- susurró French sosteniendo en su mano derecha el arma homicida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario