lunes, 10 de mayo de 2010

El triste corazón que finalmente…

Por Bernarda Vallejos

Tecnicatura Superior en Periodismo Deportivo
Taller de Comprensión y Producción de Textos

A finales del año 2008 Esperanza recibió una noticia muy dura que la hizo tambalear en todos los aspectos de su vida.

Ella perdió a su abuelo. No sabía qué le depararía la vida a partir de aquel momento. Se sentía rara, con una tristeza extrema en su corazón y su mente se encontraba llena de recuerdo de su niñez junto a la persona que más amaba. Sus ojos transmitían dolor, angustia y vacío.

Los días pasaban. Ella estaba rodeada de amigos y familiares que la apoyaban, que trataban de contenerla para que ese dolor fuera más leve.

Pero lo que nadie sabía, era el miedo que esperanza tenía en ese tiempo. Sumergida en aquella situación tan horrenda, lloraba días y noches. Sentía que no iba a poder realizar de manera correcta las actividades que le deparaba la vida de ahí en más.

Derramaba sus lágrimas cuando lo recordaba, a su vez, se sonreía cuando contaba sobre los momentos que había compartido con él.

Su cara expresaba cuanto lo extrañaba y el temor de seguir una vida sin él a su lado.

Los días fueron pasando, pero Esperanza, lo recordaba en cada paso que daba. Seguía con el corazón triste y con sus ojos siempre a la espera de una lágrima.

Pero a medida que el tiempo pasó, la adolescente se dio cuenta que no debía temer más, que su abuelo yacía en su alma y lo acompañaba a todo momento. Reflexionó y decidió sonreír, como a él le hubiese gustado que lo siguiera haciendo.

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