Por Cristian A. Hendriksen
Taller de Comprensión y Producción II
Año 2010
Era de noche. Todo estaba planeado. Sólo faltaba que la mariposa se pose sobre la red. Todos estaban informados y comunicados entre sí, dispuestos a asesinar a aquella desagradable joven. Sólo tenía él que llamar por teléfono para emitir la señal de alerta, que indicaba que la presa se encontraba en camino.
La idea era sencilla, pero había requerido varios días de planeamiento. Querían atacarla en su casa, estando ella sola e indefensa; querían hacerla sufrir y perecer sobre su propia sangre venenosa. Tenían llaves de todos los cerrojos de la casa, lo que les había permitido entrar y preparar la escena. La clave de la alarma, facilitada por una ex-empleada despechada, había hecho el plan más sencillo y, a la vez, con posibilidades de tener un menor margen de error.
La estrategia era esperar a que entre en su casa y coloque la cartera en el perchero ubicado a la derecha de aquella abertura. Una vez despojada de su teléfono celular, con el que podía fraguar todo el plan, la cosa se volvía más sencilla. Sólo tenían que atraparla, cual cerdo por un campesino, y procurarle los maltratos planeados. Todo estaba previsto, hasta incluso una posible detección de ADN o huellas digitales. Nada iba a salir mal. Después de todo, la fortuna de él podía pagar los mejores profesionales.
- Código Chocolate – dije él – la Puta salió.
Ni bien estas palabras fueron pronunciadas, toda la maquinaria asesina comenzó a rodar. Sólo faltaba ella.
La “Niña” Loly llegó a los 15 minutos de emitido el mensaje anterior. El plan iba a la perfección. Ella dejó su cartera, comenzó a quitarse el lujoso vestido que había utilizado para las fotos de promoción de un famoso programa de baile, pero fue interrumpida. Un hombre de gran tamaño salió de entre los muebles y la tomó por la espalda, tapando su boca, que bien grande y ruidosa era.
La llevaron hasta el baño y la colocaron dentro de la bañera ubicada en el centro, cual isla solitaria. Una vez allí, le hicieron escuchar una grabación de quien la había mandado a asesinar
“Vos, PUTA, te atreviste a manchar mi imagen. No sos más que un GATO sin gracia y una POBRE DIABLA. En vez de haber hablado de MÍ, decir que era algo que no soy y atacarme con la venta de entradas de Fortuna, deberías haber cerrado la bocota. Ya me enteré que estás planeando mostrar ESOS videos.
¡No te lo voy a permitir! No voy a dejar que arruines MI vida. ¿Con quién pensaste que estabas tratando, IDIOTA? ¿Pensaste que me ibas a poder chantajear? ¿A MÍ? ¿A Ricardo Fort? Ahora atenete a las consecuencias. Nunca más vas a ver la luz del día. Bye-bye.”
El mensaje dejó estupefacta a la joven aspirante a vedette. No podía creer que todo esto podía terminar así. Simplemente no podía entenderlo.
Ni bien Loly terminó de escuchar la grabación, el agresor, con ayuda de otros que acudieron a ayudarle, dejó rápidamente inmóvil a la joven, a la que uno aplicó una técnica china que inducía el desmayo. Acto seguido, le hicieron tragar una numerosa cantidad de píldoras psiquiátricas. Después, la desnudaron, despojándola de toda dignidad, y le abrieron varias heridas en sus brazos, resaltando los cortes del área de sus muñecas, que hacían parecer al hecho un suicidio.
Todo estaba fríamente calculado, y fue así que, cuando la joven recuperó el conocimiento, se encontró tan débil y drogada que le fue imposible hacer algo al respecto. Sólo le quedó sufrir una muerte lenta y dolorosa. Sólo le quedaba esperar y encomendarse a Dios para poder acceder al Paraíso.
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