domingo, 17 de junio de 2012

Añoranzas del engranaje de una nación

Francisco Lamouré   
Taller de Comprensión y Producción de Textos II

Hoy es el día camaradas, el momento en que nuestros derechos harán eco en las tierras que sólo nosotros transformamos en trabajo y vocación. Muchos de nosotros hemos visto en Europa un infierno, y en América la promesa de un cielo provisto de las mayores gracias de la naturaleza solo manchado por pureza por las pestes capitalistas que en ella estructuran todo lucro.
También hemos sido testigos de cómo la avaricia por la riqueza no conoce nación ni frontera porque ni aún la abundancia de recursos puede contra el alma corrompida de los líderes. En esta Nación, nuestra eterna segunda patria, no se mata por la carne de un ternero; se fuerza a los menos, a los extraños, a nosotros hombres de veinte lenguas y cultura de viejo mundo, a matarnos para llevar a la mesa de aquellos que sólo hablan un idioma, pero añoran aparentar la cultura de todos los nuestros.
No hay prensa que cubra nuestra miseria, ni fiscal que vele por contrarrestarla. Y por qué habría de recaerles a ellos, si es la mismísima Constitución la que nos condena.
Por ello compañeros, es digno apuntar a los únicos responsables de nuestra situación. A los culpables de que la cama en la que reposan nuestros sueños sea la misma tierra que sembramos, y que la hambruna y la peste sean los fantasmas diarios en cada jornada. Los mismos que se regodean en su inmunda opulencia mientras bufonean sobre la anarquía que nosotros predicamos: me río de su ignorancia al creer que sólo se trata de ausencia de poder donde reúna el libertinaje y el caos.
La Anarquía, camaradas, es la ausencia de poder pero jamás será la ausencia de orden. Por ello, es digno demostrarles a estos canallas que hoy nos someten, que nuestra unión de principios e ideas puede ser para ellos infranqueable, y por tanto, se verán resignados a asumir sus responsabilidades de vernos como dignos trabajadores, con derecho a una vida suplida en sus más básicas necesidades, de vaciar sus bolsillos sucios por fraude y corrupción para llenar los nuestros, austeros por la presente injusticia.
Y finalmente, hermanos de alma y pala, es momento de que reconozcan que la fuerza de nuestro trabajo es el único engranaje de esta nación, y que serán sus nietos y también los nuestros los testigos de que en mi palabra sólo hubo verdad. ¡Justicia!


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