sábado, 30 de junio de 2012

Situaciones inconclusas

Ailén Stranges 
Taller de Comprensión y Producción de Textos I

 Aldana estaba segura de haberlo escuchado. No pudo verlo porque estaba todo oscuro, pero sus oídos lo captaron. Su madre no le creía y la estuvo tratando como a una loca toda la mañana, e incluso terminaron peleadas. Era imposible que un gato hubiera entrado a su habitación.
A la noche siguiente, decidida a encontrarlo, se quedó despierta hasta las tres de la mañana. Justo cuando se estaba dando por vencida, lo escuchó. Entonces prendió la luz y fue ahí cuando se miraron. Ahí estaba el gato negro que, a través de sus ojos, reflejaba la cara de una bruja. Aldana estaba segura de que ese gato era una mujer malvada que venía para llevársela. Asustada, empezó a gritar, pero fue en vano porque el gato se transformó en una vieja hechicera. Ésta llevaba en su mano una escoba, y en la otra, una bolsa transparente en donde la encerró.
La niña se despertó a la hora siguiente en la casa de la bruja, junto a una fogata. En ella había apoyada una gran olla de la que salía mucho vapor con olor desagradable. No entendía nada, no podía creer cómo había terminado allí. Pero cuando se paró, empezó a marearse y sentía que todo giraba a su alrededor. Y cuando daba todo por perdido, cuando creía que iba a morir, abrió sus ojos.
Eran 4.02 de la madrugada cuando su madre escuchó gritos en la habitación y entró rápidamente. Aldana estaba llorando, acostada en el piso, sin entender qué había pasado. La niña se vio obligada a suponer que todo había sido un sueño y que nada había sido real. Pero cuando ya estaba más tranquila y logró concebir el sueño, vio pelos negros en su mano. ¿Realmente lo soñó? Jamás iba a saberlo.
 

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