domingo, 24 de junio de 2012

Invasión


Datteo Luis Parodi
Taller de Comprensión y Producción de Textos I

Eran las dos de la mañana y el insomnio una vez más se había apoderado de mí, por lo que decidí visitar mi cuenta de Facebook desde mi notebook y así de esta manera contar con la compañía de alguien, al menos virtualmente, aunque, induzco que por la hora que era, no tuve suerte. No tenía conocido alguno conectado como para poder intercambiar algún diálogo y así inducir el sueño. Como alternativa recurrí a lo lúdico durante media hora hasta que por fin los párpados comenzaron a pesarme. Fue así que antes de cerrar los juegos noté que algunos de mis contactos habían publicado comentarios pero no quise desaprovechar el cansancio que tenía y sin darle mayor importancia. Me acosté.
Estaba amaneciendo. El cielo recién comenzaba a aclararse, todavía me quedaban horas de descanso pero no fue así.
Me desperté sobresaltado por el grito incesante de una mujer, que a juzgar por el volumen de su voz no estaba a más de 30 metros. Abrí la ventana pero no pude ver nada, entonces la curiosidad pudo más; me vestí y salí a la calle.
Nunca pensé en encontrarme con una escena así. Salí precavido por temor a  que los gritos de la mujer tuvieran que ver  con un hecho de violencia o que estén relacionados a un hurto, pero no fue así.
La mujer estaba siendo atacada. Había comenzado a ser descuartizada. Su atacante era mitad hombre, mitad langosta. Cabeza ancha y piernas y brazos muy flacos. Algo que jamás hubiera imaginado ver en la vida real.
Con el poco de aire que tenía entré a mi casa y cerré las puertas, las ventanas y todo posible acceso aunque en el fondo sabía que era inútil. Además de miedo tenía intriga, quería saber qué era esa cosa. Intenté ver televisión pero todas las señales se habían desvanecido al igual que los teléfonos e Internet.
La computadora portátil tenía algo de batería pero era imposible conectarse. Solo pude ver aquellos comentarios que aparecieron repentinamente la noche anterior cuando minutos antes la red social estaba en total reposo. Todos hacían alusión a una fuerte explosión y fuego en el cielo.
Si hubiera leído los comentarios acerca de la explosión al momento en que fueron publicados hubiera prejuzgado que mis amigos estaban bajo los efectos de algún alucinógeno pero con la enorme figura que había visto segundos atrás era inevitable relacionar esa explosión con la llegada del ser, a lo que el enigma de si estamos solos en el universo había sido resuelto.
Los gritos en la calle se multiplicaban minuto tras minuto. Mis pulsaciones eran altísimas y un sudor frío recorría mi frente. No tenía ni la valentía, ni la información, ni los medios necesarios como para huir. Opté por refugiarme en la última habitación de mi hogar y esperar, esperar el fin.

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