Taller de Comprensión y Producción de Textos I
Una mujer bajo la noche
estrellada. Estrellado el cielo, estrellada la noche contra su pelo apagado.
Estrellado un golpe contra su carne otra vez.
Las lágrimas no dejan de rodar
por sus mejillas. Los ojos hinchados de tanto llorar son la única marca en su
cara, porque todas las demás marcas están en su cuerpo y en su alma. Siempre en
lugares que fueran fáciles de ocultar. Un pulóver que tape los brazos
amoratados, una sonrisa que tape el alma quebrada. Así los vecinos no dicen
nada.
Pero hoy él salió, después de
terminar la golpiza se fue en el auto. Y ella quedó sola y se sentó a llorar
bajo la noche estrellada.
¿Qué pasa si se va? ¿Si abandona
todo lo que hay en esa casa, en esa ciudad? Abandona los lujos y la
humillación. Podría simplemente caminar hacia la parada y tomarse el próximo
colectivo y ya no volver. Pero podría llegar él y cruzárserla, y destruir el
delicado equilibrio de mentiras sobre el que estaban viviendo los dos.
Los minutos corren y él no llega,
ya se podría haber ido diez veces en ese tiempo de noche estrellada. Pero no se
fue ninguna vez, y él está a punto de llegar en cada instante que pasa.
En un lapso de silencio
repentino, los ojos de ella dejaron de emitir lágrimas y no hubo rastro de
ningún ruido de motor que cruzara la noche estrellada. Entonces corrió.
Dejó todo y mientras corría se
dio cuenta de que no dejaba realmente nada que fuera imprescindible o deseable
recuperar. Librada por un segundo lúcido de su pasado, el futuro no le importó.
Usó ese segundo para correr. Después vería cómo seguir...
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