Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Ya estoy cansada de reiterarme la duda, de confundirme
más y más, porque cada vez que me interrogo, nuevas crisis surgen y esta
incertidumbre ya me resulta infinita como si… ¡jamás! vayamos a saber de qué se
trata. Debe ser así.
Es un miedo repentino, confuso y
efímero; como aparece, se va y vuelve a los dos días, como si fuera necesario
pensarlo y quizás padecerlo. Es terrible, porque a veces me persigue, como si
jugáramos en una carrera y nunca la puedo atrapar, pero… si la alcanzaría sería
trágico, sería el fin. También es un deseo –no el fin- sino saber qué trama,
qué es y por qué es parte esencial de la –y valga la paradoja- “vida humana”.
Acaso… ¿La vida es porque la muerte
“existe” o por lo contrario, la muerte me alcanza, me atrapa porque la vida
viviendo está? ¡Qué raro todo! ¡Y existencialista! ¡Encima pierdo el
colectivo!, y todo por pensar en ridiculeces, ya se me hace tarde mejor me tomo
un taxi.
Una posibilidad puede ser ahora, en este
instante.. ¡PUM! un choque, porque el colectivero ansioso no respetó el
semáforo y así… todos muertos, colectivero, tachero, yo y bueno algunos
pasajeros para no hacerlo tan trágico. Pero… es probable, nadie se escapa; y en
realidad es al contrario, es al revés, ella te atrapa, ella nos hace cómplices,
y víctimas a la vez, nos alcanza y naturalmente real, desaparecemos, diciéndole
sí. La muerte es jodidamente real. Ya fue… el tema me tiene harta.
-¿Cuánto es?
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