Sara Weimann
Taller de Comprensión y
Producción de Textos II
¡Amigos y compañeros!
Déjenme decirles esto por favor. Porque ya no puedo ver caer otro de nosotros,
porque ya no aguanto más ver la explotación que están sufriendo nuestros niños
y mujeres que deben someterse a la misma crueldad que nosotros. No por
necesidad solamente, sino por compañerismo y orgullo, porque estoy cansado de
vernos desmayar del calor o el frío, del hambre y la sed; porque ellos
consideraron que nuestro trabajo no fue suficientemente bueno, que la cosecha
podría haber sido mayor, como si nosotros decidiéramos sobre el viento y las
lluvias que azotan nuestras tierras patagónicas.
Yo recuerdo aquel día que
arribé a estos desiertos ventosos con promesas de bienestar como cada uno de
ustedes. Pero esto ha sido todo lo contrario, porque superado el centenario de
nuestra nación, esa Argentina próspera, solidaria y moderna no existe salvo
para aquellos de la gran Buenos Aires. Y, compañeros, parece que los patrones
no se dan cuenta de eso. Esto no es Buenos Aires, esto es el sur, es trabajo y
sacrifico para sobrevivir y hacer próspero el país. Porque nosotros, los
trabajadores, somos los verdaderos responsables de hacer que este granero del
mundo funcione y crezca; nosotros tenemos el poder para que funcione. Pero,
entonces, ¿cómo es? ¿Nosotros debemos hacer que la Argentina prospere sin que
prosperemos nosotros, nuestras familias, sin poder garantizarles bienestar a
nuestros hijos?
Pedimos nada más que lo que nos corresponde,
lo que merecemos por despertemos con el sol y abandonar las tierras entrada
bien la noche, casi siempre sin un plato de sopa en la mesa, y con los pies
congelados de haber andado en las montañas días enteros.
Por eso es hora de
avanzar, vayamos a conseguir lo que es nuestro. ¡Esta vez no van a poder desoír
nuestro reclamo! Y llegaremos hasta donde sea necesario, y si uno de nosotros duda,
allí al lado habrá otro que lo sostenga, que le recuerde cuál es su lucha y
cuál será el resultado. Porque ya no vamos a recibir mediadores mediocres que
apenas conocen nuestros reclamos y nuestra vida, que apenas saben lo que es la
esencia del campo.
Yo sé lo que quiero para
nosotros: un techo, una comida, un abrigo decente y una paga digna que no haga
sentirnos orgullosos de pertenecer a estas tierras, de ser argentinos.
Yo
quiero un bienestar que nos permita disfrutar del atardecer y el viento. Que
nos permita vivir y no sobrevivir. Porque esto no es la Argentina, amigos y
compañeros, es en lo que la trasformaron aquellos ignorantes poseídos por la
codicia y sumidos en la ignorancia. Pero estamos a tiempo, y ese tiempo es
ahora ¡plantémonos antes esa codicia! ¡Hagamos una patria libre, hagamos un
país más justo, y una Patagonia digna!
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