Igualdad que incomoda

Giselle Magrassi 
Taller de Comprensión y Producción de Textos II

La igualdad de géneros está vinculada estrechamente a la igualdad de posibilidades. Pero, ante una misma posibilidad, ¿hombres y mujeres poseemos las mismas capacidades? Y con esto no me refiero a capacidades intelectuales, sino a las físicas, más limitadas y menos maleables. Se preguntarán esta reflexión a qué se debe.

¿A caso una mujer puede hacer sus necesidades dentro de un mingitorio? No lo creo.  Más allá de una cuestión de intimidad, la división de baños entre hombres y mujeres se debe a una cuestión de practicidad.

El día de ayer, la Decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, declaró el carácter mixto de los baños que se encuentran dentro del establecimiento, como medida para apoyar la mencionada igualdad de géneros. Cuestión que no comparto, no porque no crea en la igualdad. Pero es imposible ocultar que, en cierto punto, los dos sexos funcionamos físicamente diferente. Respecto a esas diferencias, que resultan obvias y no creo tener necesidad de explicar, es que se constituyen los baños públicos para cada género.

Ir al baño implica un “ritual” diferente para cada uno. Es un acto cotidiano, que hacemos con regularidad. Natural, sencillo, pero que realiza diferentes costumbres y modos de hacerlo. Los hombres, suelen resultar más prácticos, inclusive mucho más higiénicos. Solo tarda unos minutos. En cambio, las mujeres, tienen otros tipos de hábitos. Suelen ir acompañadas, tienen charlas, comentan cosas, se peinan, miran su ropa. Se toman su tiempo.

En lo personal, no me resultaría cómodo estar peinándome frente a un espero, mientras un hombre hace sus necesidades en el mingitorio de al lado.

Apoyo la igualdad de géneros, pero de todos modos, ¿por qué ser todos iguales? No considero que ser diferentes sea algo malo. Al contrario.

Valoro el compromiso de nuestra Decana por demostrar su apoyo, pero no considero que la medida implementada sea una forma correcta de hacerlo.