miércoles, 28 de noviembre de 2012

El Argentino detrás del Argentino

Mercedes Correbo
Taller de Comprensión y Producción de Textos I

Siempre es bueno y nutritivo saber y hablar sobre el pasado de la ciudad donde creciste. Es un ejercicio que disfruto hacer. Por eso tengo la costumbre de preguntar y que me cuenten. Y con mi mamá no fue la excepción. En una de las tantas charlas sobre La Plata surgió el tema del Teatro Argentino. Actualmente su arquitectura no es de mi agrado ya que la considero muy contemporánea y moderna desentonando con los edificios tradicionales que tiene alrededor. Aunque, por supuesto, por dentro es sumamente gratificante a la vista conteniendo esas alfombras brillantes, sectores de las paredes forradas en madera, un aroma exquisito en su espacio y la comodidad de todos sus ambientes. Sus salas, tanto la Ginastera como la Piazzolla, son impecables y llenas de emoción; en cualquier lugar de la sala donde te ubiques se puede percibir perfectamente cada movimiento preciso de las bailarinas; cada expresión de la cara de los cantantes de ópera y se puede oír armoniosamente cada pieza impartida por la orquesta. Pero como todo edificio platense, éste esconde una historia. El antiguo Teatro Argentino sí coincidía con la arquitectura platense. Como siempre ubicado en las calles 51, 53 y 9, 10, resultaba imponente por su extrema blancura y por su fachada impecable. Famoso por su orquesta, sus obras y sobre todo por su ballet estable, era (y es) considerado uno de los principales teatros del país. 
Pero algo inesperado ocurrió el 18 de octubre de 1977: un incendio en el escenario principal llevó a evacuar a todos los que se encontraban allí, derivando a la inminente destrucción y derrumbe. Recuerdo que alguna vez una mujer que bailaba allí (ya que la Escuela de Danzas Clásicas funcionaba ahí) me contó que fue totalmente inesperado, que se veía todo humo, gente desesperada saliendo y la tristeza y la desazón de ver al Gran Teatro Argentino venirse abajo era irrevocable. Me pongo a pensar si nada de eso hubiese sucedido y si todavía conservaríamos ese edificio hermoso y tradicional. Estoy convencida que sería más armonioso y más acorde a lo que estamos acostumbrados. De todas formas hay que estar orgullosos de poder seguir teniendo a semejante monstruo y semillero de arte para fomentar la cultura de la ciudad y para todos los que decidan crear.
Igualmente, no hay que olvidarse que debajo de ese moderno e innovador espacio arquitectónico, todavía se conserva la mística y la esencia de ese viejito pero más bonito Teatro Argentino. 

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