Mercedes Correbo
Taller de Comprensión y Producción de Textos I
Siempre
es bueno y nutritivo saber y hablar sobre el pasado de la ciudad donde
creciste. Es un ejercicio que disfruto hacer. Por eso tengo la costumbre de
preguntar y que me cuenten. Y con mi mamá no fue la excepción. En una de las
tantas charlas sobre La Plata
surgió el tema del Teatro Argentino. Actualmente su arquitectura no es de mi
agrado ya que la considero muy contemporánea y moderna desentonando con los
edificios tradicionales que tiene alrededor. Aunque, por supuesto, por dentro
es sumamente gratificante a la vista conteniendo esas alfombras brillantes,
sectores de las paredes forradas en madera, un aroma exquisito en su espacio y
la comodidad de todos sus ambientes. Sus salas, tanto la Ginastera como la Piazzolla , son impecables
y llenas de emoción; en cualquier lugar de la sala donde te ubiques se puede
percibir perfectamente cada movimiento preciso de las bailarinas; cada
expresión de la cara de los cantantes de ópera y se puede oír armoniosamente
cada pieza impartida por la orquesta. Pero como todo edificio platense, éste
esconde una historia. El antiguo Teatro Argentino sí coincidía con la
arquitectura platense. Como siempre ubicado en las calles 51, 53 y 9, 10,
resultaba imponente por su extrema blancura y por su fachada impecable. Famoso
por su orquesta, sus obras y sobre todo por su ballet estable, era (y es)
considerado uno de los principales teatros del país.
Pero algo inesperado
ocurrió el 18 de octubre de 1977: un incendio en el escenario principal llevó a
evacuar a todos los que se encontraban allí, derivando a la inminente
destrucción y derrumbe. Recuerdo que alguna vez una mujer que bailaba allí (ya
que la Escuela
de Danzas Clásicas funcionaba ahí) me contó que fue totalmente inesperado, que
se veía todo humo, gente desesperada saliendo y la tristeza y la desazón de ver
al Gran Teatro Argentino venirse abajo era irrevocable. Me pongo a pensar si
nada de eso hubiese sucedido y si todavía conservaríamos ese edificio hermoso y
tradicional. Estoy convencida que sería más armonioso y más acorde a lo que
estamos acostumbrados. De todas formas hay que estar orgullosos de poder seguir
teniendo a semejante monstruo y semillero de arte para fomentar la cultura de
la ciudad y para todos los que decidan crear.
Igualmente, no
hay que olvidarse que debajo de ese moderno e innovador espacio arquitectónico,
todavía se conserva la mística y la esencia de ese viejito pero más bonito
Teatro Argentino.
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