miércoles, 28 de noviembre de 2012

Nada más lejos de la verdad

Manuel Nicolás Romera
Taller de Comprensión y Producción de Textos II

Hay personas que son un puñal. Se meten por nuestra piel, lastiman sin previo aviso y generan adrenalina y dolor en profundidad. 
...
Ella apareció como un personaje secundario en esta historia para terminar moviendo cada escenario en la vida del protagonista. En el final, transformó en enemigo a quien él veía cuando se miraba al espejo.
El protagonista, por supuesto, es quien les habla. Podría empezar contando cómo fue que me enamoré de ella y esas huevadas, pero la parte de mí que experimentó tales cosas hoy no está con vida. Ojo, no lo digo con tristeza. Son cosas que pasan. Y menos mal que pasan. Otra opción sería tratar de explicar por qué tuvo que ser ella y no cualquier otra pero tengo que admitir que rebobinar sobre este tipo de cosas se va poniendo cada vez más doloroso y no me creo capaz de hacerlo de nuevo.
Lo que sí puedo decir es que sus ojos dijeron más que sus palabras. Y su presencia todavía me duele a pesar de que ya no la veo. Por esos días mi habitación era un reflejo de mi cabeza; me resultaba imposible establecer un orden y a medida que pasaban los días la cosa sólo empeoraba. 
Sería una mentira decir que todavía me acuerdo de cómo era el perfume de su respiración contra mi cara. Sólo sé que antes lo recordaba y me producía algo difícil de describir. Era único.
Personalmente no creo en el amor a primera vista. Las mujeres más interesantes son las que hay que mirar dos veces para advertirlo. De todas formas, no estoy tan seguro de que esto haya tenido tanto que ver con el amor. La adolescencia puede ser muy engañosa con estas cuestiones.
Por entonces me dominaban los impulsos. Tomaba riesgos innecesarios. Todas las verdades de ese momento eran una mentira y todas las mentiras formaban parte de la verdad. Mi pecho se sentía abierto y lastimado con frecuencia. Mi adolescencia se combinaba con la vejez. Las palabras no eran más que un sonido. Mis acciones se deshacían sin saber para qué.
Esos meses fueron jodidos. No jodidos en el sentido literal, no se murió nadie ni nada por el estilo, aunque es cierto que algunas cosas dejaron de estar vivas cuando todo terminó. El problema es que no la entendía. No la entendía porque no la conocía realmente, o por ahí sí la conocía, pero de a partes, y algunas de las importantes se me escaparon. Y tal vez llegué a creer que eso era amor. Nada más lejos de la verdad.

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