Manuel Nicolás Romera
Taller de Comprensión y Producción de Textos II
Hay personas que son un
puñal. Se meten por nuestra piel, lastiman sin previo aviso y generan
adrenalina y dolor en profundidad.
...
Ella apareció como un personaje secundario en esta historia
para terminar moviendo cada escenario en la vida del protagonista. En el final,
transformó en enemigo a quien él veía cuando se miraba al espejo.
El protagonista, por supuesto, es quien les habla. Podría empezar contando cómo
fue que me enamoré de ella y esas huevadas, pero la parte de mí que experimentó
tales cosas hoy no está con vida. Ojo, no lo digo con tristeza. Son cosas que
pasan. Y menos mal que pasan. Otra opción sería tratar de explicar por qué tuvo
que ser ella y no cualquier otra pero tengo que admitir que rebobinar sobre
este tipo de cosas se va poniendo cada vez más doloroso y no me creo capaz de
hacerlo de nuevo.
Lo que sí puedo decir es que sus ojos dijeron más que sus palabras. Y su
presencia todavía me duele a pesar de que ya no la veo. Por esos días mi
habitación era un reflejo de mi cabeza; me resultaba imposible establecer un
orden y a medida que pasaban los días la cosa sólo empeoraba.
Sería una mentira decir que todavía me acuerdo de cómo era el perfume de su
respiración contra mi cara. Sólo sé que antes lo recordaba y me producía algo
difícil de describir. Era único.
Personalmente no creo en el amor a primera vista. Las mujeres más interesantes
son las que hay que mirar dos veces para advertirlo. De todas formas, no estoy
tan seguro de que esto haya tenido tanto que ver con el amor. La adolescencia
puede ser muy engañosa con estas cuestiones.
Por entonces me dominaban los impulsos. Tomaba riesgos innecesarios. Todas las
verdades de ese momento eran una mentira y todas las mentiras formaban parte de
la verdad. Mi pecho se sentía abierto y lastimado con frecuencia. Mi
adolescencia se combinaba con la vejez. Las palabras no eran más que un sonido.
Mis acciones se deshacían sin saber para qué.
Esos meses fueron jodidos. No jodidos en el sentido literal, no se murió nadie
ni nada por el estilo, aunque es cierto que algunas cosas dejaron de estar
vivas cuando todo terminó. El problema es que no la entendía. No la entendía
porque no la conocía realmente, o por ahí sí la conocía, pero de a partes, y
algunas de las importantes se me escaparon. Y tal vez llegué a creer que eso
era amor. Nada más lejos de la verdad.
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