miércoles, 28 de noviembre de 2012

Un día de domingo

Daiana Zárate
Taller de Comprensión y Producción de Textos I

El viejo sentado en la punta de la mesa,  gobernando este pequeño mundo su  familia, destapa el vino para almorzar las pastas del domingo, como de costumbre. Mamá, la “Turquita”, prepara los ravioles con la salsa aparte, sabe que al viejo la comida muy cargada no le apetece porque ayuda a que la acidez aumente y que al otro día tenga que comer avena como un caballo.
Está la mesa servida, mi hermana llega siempre tarde no sé por qué le cuesta  tanto levantarse al mediodía, y si… igual a la tía “Pety”, los mismos genes, que acaba de tocar timbre, y ya desde acá arriba se la escucha rezongar porque el postre se está derritiendo. Y vamos ahora con la misma pregunta de siempre…
- Hola, tía, ¿cómo te va?
- Y, querida, acá andamos más o menos, en la lucha.
Desde hace 18 años que vengo escuchando la misma respuesta, cuando va a ser el día que diga: “¡Hoy ando muy bien!”. Pero eso va a ser más difícil que quitarle los kilos a Pavarotti.
Estamos todos sentados en la mesa que la vieja preparó, el mantel floreado con los platos y vasos azules y los cubiertos que por cierto ya están desgastados y muy bien no funcionan, pero no vamos a decir eso, todos nos vamos a hacer los bobos para no quitarle la ilusión a la “Turquita” de que todo está perfecto.
Los ravioles están exquisitos, como cada comida que ella prepara. Ahora que terminamos de comer viene la ronda de chistes y anécdotas que siempre realizamos después de cada comida y  a la vez hacemos la digestión para consumir el postre, así matamos dos pájaros de un tiro.
El famoso “tronquito” de chocolate, dulce de leche y crema de la tía es lo que estamos saboreando en este momento, y se escucha por lo bajo…
-Definitivamente me lo hojearon a este postre, ya no me sale como antes, eso me pasa por darle la receta a doña zara, yo sabía que además de ladrona, era media bruja.
Y bueno hay que entender que la “Pety” ya está grande a sus 70 y tantos, por algo más que no sean  solo sus perros, se tiene que preocupar  y donde no hay problemas se los inventa. Papá come sólo un bocadito para no despreciar, es que lo dulce tampoco es lo suyo. El postre estaba igual  a como lo hace siempre, por eso todos le decimos a la tía que está más rico que nunca, para que no se sienta mal.
El almuerzo de domingo se está terminando con un riquísimo café con un chorrito de anís árabe que nos regaló el tío Amín. Nos despedimos de la “Pety”, le decimos hasta el próximo domingo tía, esperamos que estés bien, y nos contesta lo mismo de siempre…
- Espero que la presión no se me suba, después de todo lo que comí… cualquier cosita los llamo.

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