miércoles, 28 de noviembre de 2012

El misterio del cuerpo embalsamado


Catalina Iltis 
Taller de Comprensión y Producción de Textos II

-Acercate  –dijo Juan mientras fumaba un cigarrillo negro.
-¿Para qué?  -le susurró  al oído el sargento.
-¿Ves esa esquina? –dijo señalando hacia el edificio que se veía a lo lejos.
-¿Cuál?
-Ese edificio en medio de la avenida que tiene la cara de Evita.
-Sí, ¿Qué pasa?
-Ahí estuvo el cuerpo de Evita escondido después de que lo robaran.
-Pobre Perón  –dijo acongojado García.
-No, ¿Por qué? Después se lo devolvieron.
 Juan siguió caminando hacia retiro, sin darse cuenta que el sargento se había quedado mirando el edificio.
-¡Eu! ¡Gil! Dale, seguí que está re turbio esto.
-¿No podríamos ir a ver si hay algún monumento o algo?
-No va a haber nada, eso fue hace años.
 García se volvió y continuó caminando. La calle estaba desierta. La gran avenida se encontraba llena de autos pero no habían personas caminando.
-¿Qué habrá pasado? No hay un cristo en la calle –dijo el sargento.
-¡Qué se yo! ¿Y ese?
 Venía caminando un hombre con un chumbo en la mano.
-Denme todos los objetos de valor que tengan –dijo el chorro mientras les apunaba y miraba para todos lados –Dale, dale, rapidito antes de que llegue alguien.
 García abrió su bolso ¿Que le roben a un policía? Una pícara sonrisa apareció en su cara. Sintió un impulso, le pegó un derechazo en el estómago y, sin proponérselo, le quitó la pistola.
-¡Qué rapidez! –expresó Juan.
 El hombre, al darse cuenta, se enderezó y corrió en dirección contraria a la que iban ellos.
-A mí no me iban a robar.
-Lo felicito sargento, muy astuto de su parte.
 Continuaron caminando y se detuvieron a comprar cigarrillos en un quiosco, de esos que tienen todo: ciber, cabinas telefónicas y hasta fotocopiadora.
-¿Sabés que me dejaste intrigado? –dijo García con los ojos entrecerrados -¿Qué fue lo que pasó con el cuerpo de Evita?
-Yo sólo se eso que te dije, el cuerpo de Evita estuvo allí.
-Voy a buscar en internet, a ver qué encuentro.
 Pidió una computadora, se sentó y buscó en google: “cuerpo de Evita Perón”. Abrió el segundo link de un portal donde apareció la biografía de ella y un informe detallado sobre los destinos de su cuerpo.
-¡Qué interesante! –dijo García –Hay muchísimos baches en la información.
-Si, pobre Eva. La fueron llevando de un lado a otro…
-Isabelita ¿Realmente la habrá traído?
-Me parece imposible. Habrá que averiguarlo.
-“El cuerpo, todavía bello, de Eva ue depositado en una tumba de cuatro metros y medio de profundidad, en un sector privado del cementerio de Recoleta, en Buenos Aires” –Leyó…
Esa tarde, siguieron fabulando respecto al cuerpo de Evita. Como era de esperarse, el inquieto sargento quería ir a confirmar que el cuerpo estaba allí, pero Juan no se lo permitía. En el colectivo, seguían discutiendo mientras iban al departamento donde se alojaban.
-Es muy peligroso, debe haber seguridad –dijo Juan.
-No creo, pasó hace muchos años.
-Aparte pobre Evita, que en paz descanse.
-Yo te digo, el cuerpo está allí.
 Delante de ellos, se dio vuelta el chorro que les había intentado robar en la nueve d Julio y les dijo:
-Mi padre siempre dijo que ése no es el cuerpo de la señora de Perón.
-Pero vos ¿Qué haces acá? –dijo Juan con cara de horror -, vos sos el chorro de la avenida.
-Sí, éste –señaló al sargento –me dio una verdadera tunda.
-Te lo merecías, yo soy sargento –dijo García -, a mí nadie me roba.
-Bueno, bueno, cuéntenme qué quieren hacer para averiguar si ése es el cuerpo de Evita.
-Queremos aprovechar esta noche e ir al cementerio de Recoleta, abrir el ataúd y ver si es cierto.
-Es imposible –dijo Juan -, se encuentra en una cámara acorazada en un banco decía en internet.   
 En una tumba de cuatro metros y medio de profundidad.
-Nah, es una boludez –dijo el chorro –yo robé varios bancos y no es la gran cosa. Con las herramientas precisas…
 García lanzó una mirada cómplice a Juan.
-No, definitivamente no.
-Dale Juan ¿No te da intriga?
-Es un cagón –dijo el chorro.
-¿Qué decís? No me conocés vos…
-Y bueno, demostrame que no lo sos.



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