miércoles, 28 de noviembre de 2012

El pibe diez

Gaspar Reales
Taller de Producción y Comprensión de Textos II 


Creo que todos odiamos al sabelotodo de cada clase, pero no al alumno aplicado que saca buenas notas, sino a ese arrogante que quiere participar de la clase desesperadamente. El sabelotodo tiene una particularidad: es canchero, se siente tan bien consigo mismo que cree que a todos nos tienen que interesar sus anécdotas que son más aburridas que partido de bochas por radio. Además se cree lindo y por lo general tiene algún compañero o compañera que lo halaga religiosamente ya que se deja engañar con su pobre inteligencia.
En fin, me gusta aprender de la gente sabia, pero no soporto al sabelotodo que haría cualquier cosa casi maquiavélicamente por una buena nota.
Su sabiduría es tanta que aburre, no solamente a sus compañeros, sino también al profesor que no puede entender cómo cree ser más inteligente que él. Este personaje tan peculiar se encuentra en todos los ámbitos de la vida, el arrogante, no es más que un ejemplo, un “curso de autoayuda ambulante”, hay que moverse como él, cual pez en el agua en las situaciones más adversas. 

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